No entiendo el Rio Paraná (1)



No entiendo como lo hace, pero el rio que  acompaña mi ciudad tiene muchas formas de ser vivido, sentido y conocido… se ocupa de contarnos algo a cada uno de los que le pasamos cerca…  y con cada uno establece un vínculo, que como todos los vínculos, fluye, muta y se renueva.

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El río se ve más lindo esta mañana, me acerco para mirarlo brillar bajo un tibio sol de agosto que traza un sendero dorado desde el cielo hasta donde estoy. Camino en paralelo al curso del río y el sendero dorado siempre va del sol hacia mí. El mensaje es absolutamente claro. Mientras cardúmenes (¿?) de camalotes navegan con calma hacia el sur, el astro rey me señala el brillo, el fulgor, la fuerza y la calidez de sus atributos, que me son conferidos a diario. Sus dones se vuelven míos, me llenan y hoy los siento. Absolutamente claro. Sobre el agua destella un senderito y yo camino, el sendero también.


El río marrón se ve azul fuerte y la fuerza se llena de viento suave que invita a la permanencia.
En pleno centro, zona donde el río se luce pero no moja. Hay muchos ríos en mi río y con muy pocos converso. El de hoy me habla manso y claro, me contagia, me potencia y me invita. El río de hoy tiene ganas de darme un empujoncito y el sol baja por él y me llama.
No es el de siempre pero es el mismo. Panta rei, todo el tiempo, aunque no lo vea. Panta rei, todo el tiempo mientras corremos. Hoy me habla, absolutamente claro.

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No entiendo a este Río Paraná


No entiendo a los que no portean



No debe ser fácil andar por el mundo siendo bebé. Ir de mano en mano... pasar de nadar a respirar. .. Tener que aprender a usar tu cuerpo y hacerte a la idea de que el cuerpo en el que vivías.... No es tu cuerpo, es uno que esta al lado tuyo, pero se llama mamá.

Para suavizar estas novedades no hay nada más obvio que la crianza con apego... Un método que es lo mas parecido al que usan casi todos los otros seres vivos del planeta. .. Pero nuestra especie lo cuestiona bastante.
El método de crianza... No es el tema de hoy. .. Hoy nos centramos en el modo de transporte de la cria de sapiens.

Ya me ocupe de explicar que el cochecito y yo no tenemos buena relación.  Lo considero un artefacto inútil y torpe... Sin embargo... Hay bebé y hay que moverse con  él.

Creo que lo pensé por primera vez en África. Estaba de vacaciones (sin el mas remoto interés en la maternidad) y me sorprendía que... Muy pocas y breves veces había escuchado niños llorando. 


Los  niños africanos no lloran . Porque lloraría un niño que esta pegado al cuerpo de su mamá?
Atarse un niño al cuerpo es embarazarse otra vez... Y eso es genial para ambos. También es darle la oportunidad al padre o los abuelos de estar un poquito embarazados también.


Es compartir los latidos del corazón.
Es como hacer upa... Pero teniendo las dos manos libres (recuperando la capacidad de lavar platos o colgar ropa... Cosas que con una sola mano... No se pueden hacer).


Esta bueno para la postura... Para distribuir cuidadosamente el peso... Para moverse con libeatad por la ciudad... subiendo escaleras o viajando en colectivo sin complicaciones.

Atarse un bebe al cuerpo es lo mejor que le puede pasar a un bebé. Le permite viajar cómodo y seguro... Eso es relajante para cualquiera. A su vez puede comer... dormir y ver el mundo desde la proximidad con su persona de confianza...

No entiendo a los que no usan elementos de porteo de bebés. Los cochecitos son un invento para adultos que no tiene muy en cuenta a los niños.


No entiendo a los cochecitos



No quiero caer en el autoriturismo de suponer que hay un solo tipo de maternidad... ni quiero derrochar la sapiencia de un solo hijo y una antigüedad de quince meses en el puesto de madre. Tampoco hice las cosas de manera tan radical y en un rincón de mi casa... yace inmóvil un cochecito. 


Es casí parte indiscutible  del combo del bebé... Y si bien me resisti a varios artículos. ..Que alguien traiga un hijo al mundo y no le  compre un cochecito. .. Es demasiado impensado... incluso para mi. 

Cierto es que compre uno de los más baratos y el más liviano y menos aparatoso que encontre. Tuve la precaución  de chequear que se pueda cerrar con una sola mano (atenta a la ineludible realidad de sostener un bebe con la otra mano) y que no tenga huevito para el auto (me pareció que ese bodoque de plástico más pesado que el bebé mismo no podía ser cómodo para llevar cual canasta de Caperucita).  

Bastaron un par de salidas breves a vía pública para descubrir que el cochecito y yo no teníamos química. Las imperceptibles irregularidades de la vereda hacían saltar a la peque dentro de su transporte... La inoperancía de la mama primeriza aportaba descontrol... cruzar calles era una situación de stress irremontable y pisar gente era algo imposible de evitar.

Los comercios con dos escaloncitos en la entrada se volvían fortalezas impenetrables y la búsqueda de ascensores en lugares a los que siempre accedi por escalera fue todo un tema. 
Estaba claro... esa cosa y yo no podíamos convivir.  

Por otro lado... La tripulante de la nave tampoco era feliz en el paseo y lentamente todo fue llevando a que ese adminiculo dejará de ser bienvenido en la rutina.

Tantas cosas podría decir en contra de los cochecitos... Que me parece ridículo que la gente los siga usando.
Claramente no entiendo los cochecitos y la rarisima sociedad que los inventó y aun no los destierra.

(Continuará...)


No entiendo las manchas limpias (2)



Ya expliqué que son las manchas limpias (pueden recordarlo acá
Las  manchas limpias desfilan por la vida esperando a que descubramos que son obras de arte, cuadros pintados por la casualidad en rincones hermosos de nuestra rutina.
Pequeños llamaditos de atención para contemplar cunado pasamos apurados por los días. Guiños de ojo de la oportunidad de jugar sin que nadie sepa que estamos jugando, porque... como dice Dolina que dice Barri... resolvemos seguir jugando en secreto.

No estoy del todo segura que todos podamos ver las mismas formas en las manchas limpias (y no le quiero poner ninguna carga psicológica al juego), es por eso que comparto fotos sin especificar donde están los dibujos que veo, y supongo, que si con decir que hay en la imagen no pueden verlos, podrán encontrar otras cosas... 

Una mañana, mientras trataba de no despertarme, vi desde mi cama una cara que me miraba entre mi ropa sin ordenar.


Un atardecer en Uruguay, creí que Mufasa me hablaba desde el cielo como en mi infancia vi que le habló a Simba.


En el tanque de agua que se ve desde mi ventana, hay una mancha de humedad sospechosamente parecida a un cuadro de Pablo Bernasconi perteneciente a la serie "Finales" sobre la novela "Ana Karenina"



En un revoleo de ojos me encontré con un robot con flequillo exhausto de tanto trabajar como aire acondicionado, el calor lo está llevando al limite de sus fuerzas y sus ojitos se ven cansados. 



Durante un viaje en auto de noche, un paquete de miniRodhesias abollado, a contraluz, se volvió la silueta perfecta de un perrito, que nos acompañó gran parte del viaje (no se si lleguen a verlo, pero en vivo, era muy genial).

























En el nudo de una cortina vi un bichito tragándose, o escupiendo, o teniendo por lengua la cortina misma


También tuve un conejito cachetón de rasgos muy nítidos, nacido de una manzana


Y un delicado pajarito que no le teme al frío y se asoma con sus delicadas plumas desde un pedazo de hielo


El mundo es un gran juego donde muchas pequeñas cosas nos esperan para sacarnos una sonrisa, no entiendo a las manchas limpias, pero acepto la invitación que me hacen de abrir la puerta para ir a jugar. 


No entiendo el agua



Cae en forma de lluvia conformando un círculo de un diámetro aproximado de unos, quizá, sesenta centímetros. Cae sobre mí, que estoy enrollada bajo su dulce abrigo. Mi cabeza reposa sobre una esponja y cada célula de mi cuerpo comienza a perder sensibilidad para transportarse a otro mundo; a uno que queda cerca, pero aun así es otro.


La temperatura del agua contribuye a que ya no sienta que moja. Solo puedo percibir el tibio masaje de la energía hídrica sobre la piel, y ya mis oídos están completamente sumergidos en el agua. Puedo escuchar sonidos muy distintos con uno y otro. El agua protagoniza ambas sinfonías, solo puedo entregarme a la magia del momento. Mis ojos cerrados imaginan paisajes submarinos y espectáculos montados por coloridos cardúmenes danzantes.

Por momentos la realidad intenta abducirme sin el éxito esperado, se hacen presentes fragmentos del mundo al que pertenezco, pero aun así estoy convencida de ser una turista en algún universo paralelo que existe solo en mi bañadera, solo para mi, al que solo accedo yo. La temperatura del agua tiene una intensidad diferente dependiendo de la superficie de mi cuerpo con la que hace contacto. Las gotitas producidas por el rebote de las gotas sobre mí, impactan con increíble audacia transmitiendo una temperatura inferior al impacto de la gota original.

Llevo horas paseando por la nada que el agua dibuja sin pudor sobre mi vida, debería sentir culpa, si estuviera permitido en este estado, pero no es así. Sin embargo, la realidad, después de muchos intentos me roba un suspiro desganado y me invita a, muy suavemente y con total tranquilidad, abrir mis ojos. Una molesta sensación de gotitas impactando mi retina me irrita y fastidia. Busco alguna posición más cómoda. El espacio es muy reducido, no puedo estar del todo a gusto. Encuentro un punto de equilibrio. Mis ojos abiertos descubren, mirando al techo, que el espacio que me condiciona tiende a verse en constante reducción y por un momento creo sentir miedo, tal vez estoy en un error. Mi perspectiva óptica se contrae y la tranquilidad adquirida se desvanece ante la inminencia de un mundo que parece querer aplastarme y se burla de mi vulnerabilidad.

Estoy mojada. Ahora, otra vez, tomo conciencia de que lo que me toca es el agua, y por capricho de la naturaleza me siento mojada, cosa que hasta recién no percibía. Es agua.

Lentamente trato de volver al mundo del que soy habitante, participante, dueña y responsable… responsable? y, si… quizá, si. Puedo sentirlo… están presentes ambos, son dos mundos, están ahí y se baten a duelo por mi alma. Ambos quieren llevarme y yo no tengo voluntad para decidir donde ir, la realidad y el agua me atraviesan en todas direcciones y mi cabeza comienza a girar. Se agolpan las ideas, se mezclan las nociones, no se que quiero. El querer y el deber. Desfilan infinidad de dicotomías por mis pensamientos, si es que puedo afirmar que pienso.

El final todos lo conocemos… desde el momento en que estas letras fueron trazadas deducimos que la realidad me cuenta entre sus filas como una obrerita mas, trabajando sin mas remedio por hacer de este mundo un lugar mejor. Era más fácil dejar que el duelo lo gane el agua, pero no hubiera sido correcto. El paseo puede volver a repetirse, pero soy ciudadana naturalizada de la realidad. Habito la realidad, trabajo por ella, y aunque me tiente el mundo de los placeres tengo una misión que descubrir y concretar.
De todos modos, detrás de la mampara tengo una puertita que me conecta a otra dimensión y cuando la vida me agobia y el mundo se me viene encima, abrir esa puerta siempre va a ser mi contacto con el mundo del agua. Ese mundo que nos recorre por dentro y por fuera, en todos los estados y temperaturas. Es el agua, es la salida, es el escape, es la clave  a la que recurrir en casos de emergencia. Solo hay que tener la convicción de saber que hay que volver.
(La yo del 26-6-2005)


No entiendo los cementerios de televisores



Si yo tengo dos fotos de situaciones distintas de esta realidad... implica que hay muchas... Pero muchas más.


Y quizás peco de nostálgica si digo que me angustia ver estas escenas que se dan cita desde hace años con diversos matices e intensidades.


Desde que alguien delineó televisores chatitos y coquetos... Los entrañables aparatos de la foto sintieron que serian víctima de la obsolescencia programada (categoría conceptual incluso posterior al nacimiento de muchos de ellos... Pero fenómeno que logra sumarlos a la lista de cosas que tienen que dejar de usarse porque les llegó su tiempo).

Ni quiero enchufar alguno de ellos para comprobar que no es el funcionamiento... Si no el estilo lo que los expulsó de sus hogares. No quiero imaginarme explicando a las nuevas generaciones porque se le llamaba caja boba a algo que no tiene forma de caja, como los modernos televisores... o contar una anécdota de haber perdido algo que apareció arriba del televisor... porque en mi época los televisores tenían un arriba.

Me apena ver a los patriarcas de la familia de los ochentas y noventas dejar de estar en la cabecera de la mesa para estar en un contenedor de residuos sin el mas mínimo honor (vil metáfora de un geriátrico. .. No debería sorprenderme).

Hay algo bucólico en verlos de a montones... Como un llamado de atención ... Como una manifestación de jubilados reclamando que algo pase... trato de entenderlos... gritan fuerte... Pero en la euforia... Se hace poco claro. Que nos quieren decir esos televisores... Que nos reclaman esos adalides del entretenimiento vacío que ahora nos miran desde la intemperie. Es acaso una invitación a volver a jugar en la calle? Es una propuesta de recuperar el aire libre?  Es una celebración de lo que nos perdimos por su culpa y no nos tenemos que volver a perder? De pronto podemos pensar que si las nuevas pantallas nos caben en un bolsillo... quedarnos encerrados ya no tiene fundamentos. Y ni los televisores se quisieron quedar en casa...

No entiendo si sobreinterpreto los mensajes de los televisores en sus cementerios.


No entiendo al paso (9)



A veces me preocupa saber donde están las prioridades de la humanidad que nos concierne.
A veces veo cosas que me reconcilian con esa humanidad
A veces, el dinero, el trabajo, el deber.... dan paso a lo importante.
No entiendo como no pasa más seguido.


No entiendo al paso... pequeñas cositas cotidianas,


No entiendo de números



Si bien durante mi colegio secundario los números me resultaban de gran facilidad... nunca fueron mi preferencia. Claramente... Mi orientación tenía más raíces en las letras y alguna vez... Hace ya varios años... Me puse a jugar con  una calculadora y de repente... entre los números emergió un cuento...

Les comparto esta pequeña discusión numérica que escribí seguramente hace más de quince años... no lo edité, enriqueci o modifiqué porque es una versión de aquella que fui y no se si hoy tengo autoria de lo que aquí se puede leer.  Porque como no entiendo mucho de números... Los vuelvo relatos.


La venganza del 8
En la calculadora se estaban peleando los diez dígitos. Estaban discutiendo quien era el más importante de ellos. Todo esto se desató cuando el número cinco preguntó:
-          Ustedes chicos, quien creen que es el mas importante de nosotros?
-          Y… yo- dijo el número dos- yo soy el mas elegante, el cisne que dibujan los niños pequeños, el primer numero par, el segundo digito, el…
-          El mas vanidoso! –interrumpió el numero tres- yo soy la mas linda, si una mamá le dá un plazo a su hijo es obvio que dice “cuento hasta tres”, hasta el número mas lindo, hasta el numero de mejores curvas, hasta el número mas elegante, hasta el número con mas popularidad mundial… hasta tres!
-          A veces la mama que da el plazo dice cuento hasta diez y es ahí cuando Uno y yo tenemos mas importancia que vos- dijo el cero con voz suave y tranquila- además el Uno es el mas lindo de nosotros y el segundo puesto es para mi.
-          No comparto tu opinión Cero- dijo el ocho- el mas lindo soy yo, tengo mas curvas que el tres, mas elegancia que el dos, mas importancia que el uno, mas…
-          Mas vanidad que todos y sos mas caprichoso que Cuatro- dijo Siete- aceptalo Ocho, no sos mas importante que Uno.
-          Uno!!! Te desafío a un duelo a muerte- grito Ocho enojadísimo.
-          No Ocho, Uno no va a aceptar, el no es peleador como vos. Mejor dejémoslo ahí- dijo Cero con su voz dulce- Vamos a jugar
-          Si!- Exclamaron todos entusiasmados y con ganas de no discutir mas
-          Vamos a marcarnos en la pantalla de la calculadora- propuso Uno, y todos estuvieron de acuerdo
Se fueron ubicando en la pantallita en forma muy ordenada 1; 2; 3; 4: 5: 6: 7: y como Ocho estaba ofendido, siguió 9. Una vez ordenados todos Cero llamo a Ocho para que se una al juego y como el seguía ofendido y era muy vengativo acepto jugar con ellos y los multiplicó.
Queres saber cual fue la venganza del Ocho?
Hace la prueba!
12345679    X   8  = 

Cuando tengas el resultado de la multiplicación podrás ver que el Ocho se vengó de Uno.


No entiendo las mariposas



Otra vez escribiendo sobre bichitos… en alguna vida pasada debo haber sido entomóloga
Hoy me reencuentro sonriéndole a las mariposas, esos bichos que son las nenas bonitas entre los insectos, porque nadie se tatuaría una cucharacha, o usaría remeras con imágenes de mosquitos, ni tomaría el te en una taza con escorpiones. Las mariposas gozan de buena reputación entre los humanos, de una manera poco usual que ni las polillas alcanzan, a pesar de su gran parecido. Y hoy también las ponemos de relieve, porque si hay algo que sorprende, maravilla y no se entiende es la metamorfosis que las alumbra.

Las Asclepias son las plantas elegidas por las Mariposas Monarca

Las mariposas son lo que son después de haber pasado por una serie de sucesos que inician cuando una mariposa de coloridas alas pasa cerca de una planta para dejar sus diminutos huevos. De ese huevo, sale imperceptible, lento y poco querible un gusanito, cuyo objetivo será comer para crecer… engordar



En algún momento que solo esa oruga sabe cual es... Se aleja de las plantas para convertirse con movimientos veloces en un capullo. 



Y al cabo de un tiempo... Por la parte de abajo del capullo sale finalmente una débil mariposa de alas húmedas y enrolladas, que necesitará del sol para completar su transformación 



Ese es el largo proceso que un bichito rastrero y poco popular atraviesa para llegar a ser un querible espécimen con positivas connotaciones 



Claramente hay mucho que aprender de estos pequeños seres y son una metáfora que aplica a muchos campos de la vida!



No entiendo los viernes



Lo principal es tener mucho cansancio, el cuerpo lleno de cosas hechas y la satisfacción de merecer una recompensa


También vamos a necesitar una silla, para sentarnos y sacarnos los zapatos, revolear las ataduras físicas. Necesitamos para eso ropa muy holgada, gastada, de esa que el paso de los años le saco la forma y nos queda blandita.

Otro súper ingrediente es el chocolate, en polvo para la leche, en chips para picar, en bombones para mimarnos, en barra para excedernos, en helado para deleitarnos, en todas sus maravillosas formas, no hay viernes sin chocolate.

Sumemos a eso algún jueguito, de internet, o del teléfono, lo importante es que no requiera pensar, un jueguito pavo, sensillón y si se puede colorido, se puede reemplazar por un mazo de naipes, si se tiene conocimiento de "Solitarios", con eso terminamos de limpiar la cabeza de las impurezas de la semana.

Algunos opcionales pueden ser películas, libros, cuadernos para escribir o dibujar, algo para modelar o elementos para alguna actividad manual (que nada tenga que ver con el trabajo del resto de la semana)


Y en este punto quizás muchos no estén de acuerdo, pero para mí el gran condimento de los viernes es un gato. Todo lo anterior se potencia con un buen ronroneo sanador. Ahora si, estamos en condiciones de encarar el fin de semana.

No entiendo otra forma de celebrar un buen viernes.




No entiendo algunos rituales (4)




Para hablar de rituales, nos salimos de la vida cotidiana y nos situamos en un tiempo espacio determinado y situaciones extraordinarias, que reconocidas como tales por los sujetos, dan lugar a la práctica ritual. ¡El rito del cumple feliz es una cosa de no creer!


¿Que se supone que festejamos? Juro que no me molesta festejar, pero de verdad haber sobrevivido no creo que sea un motivo de “felicitación”, y que la gente nos de regalos por la simple proeza de haber llegado vivos a la fecha en que nacimos una vez más.


No entiendo algunas exageradas demostraciones de aprobación; como aplaudirte por soplar una vela (un pequeño logro que te festejan muchos). A todos nos aplauden por apagar velas soplando… en tu próximo cumpleaños, pensalo entre los aplausos; “qué onda? que hice? Apague una pequeña velita soplando y decenas de personas me o celebran desproporcionadamente… raro.

La decoración... La torta... La vela... Hay cosas que deben haber tenido una explicación y ahora ya no se entiende para que o porque lo hacemos.

No entiendo muchos rituales. .. Los cumpleaños... No son la excepción 


No entiendo el cielo



 A veces me olvido que el cielo no existe                         


Voy a trabajar temprano,  y el colectivo me deja en un movimiento que evita que me despierte del todo. En un momento del  recorrido, una curva, un río preponderante se abre paso entre los edificios y el cielo, haciendo juegos de colores distintos cada día, sorprende.
El sol, la humedad, las cuatro estaciones, es tanto lo que influye en los colores del cielo, que cada mañana se ve distinto, cada mañana se muestra radiante, esplendido, dan ganas de estamparlo en una foto, de volverlo postal... ya no lo hago, pero antes trataba de tomar fotos y con solo tratar de sacar la foto, lo recuerdo
El cielo es algo que no está  ahí. Me olvido, saco foto, lo recuerdo. El cielo es luces y el obturador no se puede permitir capturar su show


 El cielo no existe, son proyecciones de sol en las nubes, en las partículas suspendidas, son danzas de luces entre cuerpos celestes, son inventos de nuestros ojos cuando miran a un arriba que  no llegamos a terminar de ver, un arriba donde no hay nada y está todo, el cielo con su paleta de acuarelas no existe, con sus estrellas en la noche, no   existe, con su poesía urbana, no existe.
No hay tal cielo, no existe más que en la postal de la mañana desde el colectivo con sueño, solo existe en la imagen al final de la ruta desde el parabrisas, existe desde la cama frente a la ventana en tormenta eléctrica, existe entre las ramas cuando nos tiramos panza arriba en el parque, existe en el horizonte, existe en la retórica, existe sin existir y espera que le demos existencia.       

No entiendo como me olvido que el cielo... No existe                     

No entiendo los menonitas



En esto no hay novedad, no soy la única que dice no comprender aquellas comunidades rurales, voluntariamente aisladas de la tecnología que deciden hacer un stop en el avance del tiempo y rendir culto a la indumentaria naif, digna de un libro de Sarah Kay.

En medio de no entenderlos, logré alimentar en mí una mal sana curiosidad que no hice muchos intentos en detener. Primero un relevamiento bibliográfico que me ayudara a entender sus fundamentos (algo que les recomiendo y no les voy a ahorrar), después un paseíto entre los blogs de personas que compartieron algo con ellos… y finalmente, geolocalizar la colonia más cercana. La Pampa.

Fue solo cuestión de buscar un fin de semana largo en el calendario (odio viajar en esas fechas, pero los argentinos son muy organizados… van todos a la costa y Córdoba, mi ruta, no implicaba embotellamientos). GPS activado, allá vamos.


Establecimos otros hitos en el itinerario para evitar que el viaje se haga largo, y una mañana, nos abrochamos los cinturones con rumbo a La Pampa (ya habíamos hecho noche en una localidad del sur de Buenos Aires, y estábamos muy cerca). La ruta estaba claramente señalizada, y fácilmente encontramos el ansiado desvío, apenas treinta kilómetros de camino de tierra nos separaban de los tres campos que conforman la Colonia La Esperanza.

Un claro indicador de estar en la nada

A los saltos llegamos al primer campo. Al igual que los otros dos, se componía de una calle única con grandes casas a cada lado que indicaban la ruralidad de la forma de vida; amplias extensiones de césped y arboles entre el alambrado de inicio de la vivienda y la casa misma. Maquinaria agrícola en cada patio, gallinas como únicos seres visibles al principio de nuestra visita.

Ni un ser humano a la vista. Ni un espacio público donde hacer picnic para esperar que pase algo. Nos costó tomar la decisión de bajar del auto, y tras ir hasta el final del primer campo, estacionamos en el inicio para intentar un contacto cercano.


En algún momento entre el silencio se escucho un caballo. El conductor del carro, pálido adolescente de cachetes colorados, nos saludó levantando un corazón, supongo que en señal de bienvenida (una señal poco clara, y nada reflejada en su rostro)


Agudizando la mirada empezamos a ver niños jugando en las casas, niños espiándonos desde las cortinas de las casas, niños entre los arboles, niños a lo lejos. Parecía una aldea de niños solitarios, temerosos y espectrales.


Sus vestimentas, bastante homogéneas y siempre oscuras se perdían en el horizonte en el momento en que cruzábamos miradas y corrían a esconderse llenos de vergüenza.
En algún momento, otro carro, esta vez con dos caballos y la onírica imagen del lechero, llevando con sigo una buena cantidad de los tarros de zinc que afloraban en todas las tranqueras de la Colonia.


El resto de la tarde, el resto de los campos, el resto de nuestros intentos, no arrojaron mayores novedades, vimos muchos chicos jugando, varios caballos, muchos tarros de lechero, algunos hombres con niños dentro del perímetro del alambrado, ninguna mujer, un niño montando genialmente a caballo, una cantidad exagerada de gallinas. 

No cruzamos palabra con ninguno... no fue de su interés, nos retiramos cuando nos sentimos invasores. Fue en el preciso momento en que tuvimos la impresión de estar haciendo intentos de cosificarlos, de observarlos en modo zoológico, de ir a mirar lo raro, a robar la foto... y la idea era compartir un ratito, pero como no hubo idea similar desde el otro lado... nos fuimos, para no molestar.

No entiendo a los menonitas, pero la curiosidad, es mutua


No entiendo que pasó con los mozos



Hubo un tiempo no muy lejano en que los mozos... aun los de bares de los suburbios... eran muy impecables.


Nosotros llegamos justo para ver coincidir a la transición.
Estuve en un innoto bar céntrico... había un ejemplar de cada especie... Uno de los que se están extinguiendo y uno de la nueva ola... conviviendo. .. juntos...
Muy distintos... el primero peinaba canas con brillantes zapatos negros... El segundo de cortos cabellos oscuros con zapatillas. El primero con pantalón de vestir negro con los pliegues perfectamente planchados. El segundo con Jeans gastados. Pero lo que más me emocionó del primero... Y que le hacía contrapunto a la remera del segundo... Fue la inmaculada chaquetilla blanca. Tuve la sensación de que ese hombre llevaba hasta esa edad tanto la chaquetilla como el oficio, con increíble orgullo.  Me encantó el paisaje humano de aquel contraste.


No entiendo cuando cambiaron las reglas del juego... Ni tomo partido por alguno de los estilos... Pero me parece hermoso ver el amor a la tarea expresado en la indumentaria de los trabajadores.


No entiendo la bicicleta fija y la cinta de correr



No me considero una persona poco creativa, sin embargo, hay algunas cosas que nunca hubiera inventado. Algunas me deslumbran y me llevan a pensar en lo increíbles que son aquellos que tuvieron la idea, los admiro. A otros y a sus inventos, no los entiendo. Obviamente lo que sigue es un análisis improvisado de los segundos.
  
   
Pensaba en esas mentes brillantes, acaso exitosos empresarios, que inventaron cosas tales como la Cinta de correr y la Bicicleta fija, dos elementos con la misma matriz racional.
¿Qué onda? No sé si fue el mismo cerebro, o fueron dos personas, pero ciertamente estaba(n) muy loco(s). Si hubiera(n) venido a mí con la idea, me habría mostrado incrédula.  Jamás hubiera invertido en algo que le saca a la actividad deportiva lo único que la podía hacer atractiva desde mi mirada. Le saca el paisaje, el desplazamiento, el viento en la cara, el ruido de pisar hojas, el movimiento de los charcos estallando a mi paso, el vuelo de los pájaros cuando nos ven llegar, me deja absorta.

Se van de la rutina deportiva las conexiones con el mundo, con los otros, con el cosmos, y mi cuerpo se encuentra solo, moviéndose para no moverse.
Intentos de erradicar las marcas del sedentarismos con nuevos recursos para intentar nuevas formas de sedentarismo… porque la cinta de correr y la bici fija, no le cuentan al sedentario de las cosas que se perdía, sino que les trata de borrar las huellas de vivir quieto con una simulación de movimiento inmersa en la misma quietud.


Vuelve cuerpo el tanto correr pa llegar a ningún lado.
Sin lugar a dudas, una cuestión que irremediablemente; no entiendo. 


No entiendo la maternidad




Quizás sea porque soy muy nueva en esto o porque no me permito perder la capacidad de asombro, pero hay muchas cosas del "universo mamita" que me tienen sorprendida.

A continuación, una reducida lista de las muchas cosas que la condición de madre conlleva.




-la capacidad de pasar horas mirando al bebe dormir. No solo sin aburrirte, sino además disfrutando de cada vibración de un parpado, o involuntario movimiento de su boquita.

-la cantidad de objetos carísimos y prescindibles que el mercado prepara para hacerte sentir incapaz de tomar decisiones.

- La variedad de precio de un mismo producto en un mismo local, pero con diferente marca (esto pasa en casi todos los rubros de la vida, pero hay cochecitos de entre 1000 y 25000, es una brecha un poco excesiva y no creo que el bebe note gran diferencia)

- La felicidad que nos genera ver caquita en un pañal después de muchas horas de ver él bebe retorcerse y hacer caras tratando de lograr que eso salga (pequeños grandes logros)

- La existencia de cosas tan cercanas a la sensación de tambo viviente como “el sacaleche” (¿Quién inventó algo tan perturbador?); un ordeñador humano…. También disponible entre $380 y $5000 con el que tu pecho (ya masticado) es sometido a chorrear el néctar de la vida mediante una presión, tensión e imitación de succión generada por el vacío

- El amamantar. Nadie cuenta el lado b, nadie avisa que aun el día que el chiquin nace ya duele y que el idilio es solo para el marketing maternal. Le falta poesía en el mundo real.

- Lo increíblemente buena que es la calidad de la ropita, que todos sabemos que no la va a usar más de cuatro o cinco veces…. Crecen rápido.

- La ropa desproporcionada. Cuando su pierna mida eso, su pie no va a entrar ahí. Con ese largo de torso le van a sobrar mangas. Por ese cuellito, nunca va  a pasar su cabeza!

- La conciencia de género. En todas partes está el percherito de ropa para ellas (en un estresante tono rosado) y el percherito de ropa para ellos (en una incuestionable gama de celestes). Es imposible que alguna vendedora entienda que quiero un body con una autito para mi nena y que me parece una huevada esa división.


- Lo difícil que es vestir un bebe. Mis muñecas del mismo tamaño se quedaban mas quietas. No entiendo porque los bebes lloran tanto para vestirse y son tan felices sin ropa (la máxima expresión de naturaleza animal). Pasar un brazo por la manga de un saquito es tan complicado como perturbador. Parece que disfrutaran abriendo los dedos y doblando los codos para agregar complejidad.

Y claro... una anda haciendo este novedoso camino... sin dudas con el paso de los años... va a ir creciendo la cantidad de cosas que cueste entender. uff!



No entiendo la fuerza de algunas palabras; Clinofilia




Nuestro lenguaje es dueño de una riqueza de la que hacemos caso omiso.
Usamos muy pocas de las muchísimas palabras de nuestro léxico y desconocemos incuso el significado de otras que si usamos, pero mal.

En esta sección le regalamos cuentitos a las palabras cargadas de sentido y nos permitimos amar lo necesarias que resultan. Quizás con un poquito de esfuerzo podamos sacar de adentro del diccionario algunas de las muchas combinaciones silábicas que no entiendo cómo nos olvidamos ahí.




Semana agotadora
Mucho estudio
Problemas en el trabajo
Discusiones familiares
Calor recalcitrante
Adelina estaba destruida. Llegó el viernes a la noche y con sus últimas fuerzas estacionó en el número 8 de la vieja cochera de su edificio. El motor del auto exhaló aliviado y Adelina camino pesadamente hasta el ascensor. Arrastró los pies hasta la puerta de su departamento y sonrió al girar la llave. Fue casi un mismo movimiento dejar la cartera sobre la mesa y desplomarse sobre el sofá.  La semana había sido un infierno y estaba abatida.
Cerró los ojos y los últimos cinco días se superpusieron en una ráfaga de imágenes que amenazaba perseguirla durante todo el fin de semana. ¿Dónde estaría el botón de “reset”? Seguramente en algún chocolate del cajón de su mesa de luz. Todavía en el sillón, se sacó las sandalias y las arrojó lejos (como si en ellas se guardaran las voces de sus problemas). Inhaló el aire de su casa para respirar ese olor a “platos de ayer sin lavar”, infinitamente más agradable que el “bosque de pinos” que cada tres minutos cronometrados eyectaba el aparato de su oficina.

Juntó fuerzas de donde no las tenía y se trasladó a su habitación sin prender ninguna luz. La ropa la fue dejando por el camino y con torpeza encendió el ruidoso ventilador de techo para dejarse acunar por su música de verano retro. Mientras conciliaba el sueño sin mucho esfuerzo, recordó una definición que había escuchado esa tarde; “Clinofilia; necesidad de pasar todo el día en tu cama”. Que sean dos días mejor, fue lo último que pensó.