Acá…
Argentina, país de la Pampa Húmeda, de la tierra fértil, de suelo prometedor.
País de
diversos paisajes, de geografías extensas y de bla bla bla… todo mentira… aquí,
país sojero, monocultivo y verdulerías tristes… llenas de naranjas y poco para
contar.
Bienvenidos
al mundito donde comer variado es carísimo y complicadísimo…
Y teniendo
todo para que sea natural y sencillo.
En este país
donde las doñas creen que si no hay vaca en el plato, no es comida decente…
donde el pollo protagoniza tantas mesas que es imposible pensar en dejarlo
crecer para llegar a la góndola. Dónde comer una fruta necesariamente significa
recorrer un listado cortito que difícilmente llegue a las diez variedades. Y para
colmo de males… es muy, muy caro.
Es muy
complicado ser creativo a la hora de te hablar de frutas en este país, y es muy
poco estratégico pensar en recomendar una dieta variada, porque no es algo que fácilmente
esté al alcance de la mayoría de los
bolsillos del ciudadano nacional.
Y si se come tanto asado... lo màs vegetal que se puede ofrecer, es carbón. |
En Argentina
comemos manzana, porque crece en la Patagonia y aunque el viaje es largo,
existe.
En Argentina
comemos banana, casi todas ecuatorianas, porque aunque nos llamemos antipáticamente
país bananero, no tenemos producción.
En Argentina
comemos naranjas, muchas naranjas, porque nos gusta pensar en la plantación turística
de Cesar y Mónica en San Pedro y porque parece que los cítricos crecen cómodos
entre nosotros. Por eso también solemos comer mandarinas, pero algo pasó con el
sobredimensionado precio de los limones…
En Argentina
comemos duraznos, pero la mayoría de las veces necesitamos un abrelatas para
acceder a esta fruta.
En Argentina
comemos uvas, pocas y malas, porque hay
plantaciones pero nos gusta hacer, vender y exportar vinos… las uvas, crecen
demasiado lindas como para llegar a las verdulerías.
Nos cuesta llegar a un bar a pedir un jugo de frutas natural, porque a diferencia
de otros países del globo terráqueo, nos ofrecerán solo un exprimido de
naranja, y en muchas ocasiones, el empleado del lugar se sentirá en la obligación
de aclararnos que va a salir de un tetrabrick (al menos, se puso de moda que te
avisen). Puede pasar que te ofrezcan una limonada, pero es algo tan novedoso,
tan vanguardista y tan original, que el agua apenas sucia de limón va a hacer
que tu exigente paladar tenga que desembolsillar un alto porcentaje de sus
ingresos para pagarla (y si… pueden flotarle algunas hojitas de menta como para
que suene más top).
No
entiendo cómo llegamos a ser el país del monocultivo resignando calidad
alimentaria. No entiendo como paso que tener una huerta en casa es un verdadero
acto revolucionario de transformación macrosocial con intentos de redundar en
el beneficio de la nutrición doméstica.
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