Agosto empieza con “A” de alegría, cuando las
vacaciones de invierno nos dejaron contentos y listos para enfrentar la segunda
mitad del año
Agosto, sigue con “G” de grullas, cada el seis de
ese mes mientras recordamos esperanzados el aniversario de aquel espantoso día de
Hiroshima y plegamos con la convicción que nos congrega a construir la paz
cotidiana
Agosto, con “O” redonda,
como un globo, porque es el mes de los niños y la chocolatada compartida,
el mes que celebra la infancia y hace fiesta en cada barrio para invitarnos a
jugar
Agosto con “S” de sol, como el
que reaparece para regalarnos algunas tardecitas tibias que nos reencuentran en
el parque.
Agosto con “T” de tormenta,
porque nos regala la furia de Santa Rosa que parte el cielo para hacernos
vibrar con el fenómeno atmosférico que anuncia su despedida
Agosto que termina con la “O” de omisión, porque es un mes con perfil
bajo, que silba despacito y sin hacer mucho ruido, pasa inadvertido entre la
humanidad
Agosto pasa sin dejar huella,
, antes de la maratón de fin de año... agosto de mucho
viento y rutina sin sobresaltos, no tiene muchos relieves y llega cuando
estamos con el piloto automático encendido, surfeando el año, con la rutina
estable y las cosas regularmente en su lugar
No hay mucho que decir de agosto, no entiendo el
hechizo que lanza sobre nosotros cuando nos hipnotiza con dominguitos que
invitan al aire libre y nos acorrala con heladas matutinas, pero todo con una
sonrisa calma que nos hace quererlo sin querer, porque no es extraordinario,
pero viene bien, porque no siempre tiene que ser todo explosivamente bueno.
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