Ya era tiempo de poner en palabras lo difícil que se me hace
escuchar a la gente que cree que llevar una vida fuera de los márgenes de la
ley es una opción. Que vivir inmerso en la violencia es una opción.
Mucha gente, mucha critica, poca empatía, ningún conocimiento
de la situación. ¿Cómo hacer para creer que salir de casa para hacer las cosas
mal es una decisión que cualquier pibe puede tomar con libertad de opciones? ¿Cómo
hacer para creer que esa es la solución más fácil, la salida elegida, la
respuesta a algún problema?
Lo increíble es que existen tantísimos en situación de
solucionar algo arruinando tanto más. Un parche en la contingencia, un presente
para ningún futuro, una inercia de tanto pasado, una mirada entre tanta
ceguera, una vez que se vuelve todas las veces, un consejo que se vuelve
mandato, una alternativa que no logra balancearse con otras, porque no hay
otras…. Porque no se puede, porque no se pudo o no se va a poder. Y hace falta
tapar el hueco de hoy. De la comida de hoy, de la salida de hoy, de la pilchita
de hoy, de alguna cosa que los haga sentir más que los nadies de siempre (con
lo fácil que es cuestionar esto desde la cama calentita, con la heladera llena
y el entorno que te banca)
Y no estoy diciendo nada que no se haya dicho…. Ni pensando
de manera innovadora, porque la situación es de siempre, cambian las caras,
cambian los nombres, cambian las estadísticas, los apelativos y algunos titulares
para hablar siempre de lo mismo y seguir mirándolos feo y sintiendo que las
decisiones que toman los encasillan de “malos” que por cuestiones divinas salen
al mundo a arruinar familias, que los pierde la droga, el consumismo, la
frivolidad y nunca nadie los miro a los
ojos para buscar su historia tan igual y tan única en medio de las demás.
Nunca pensar de donde vienen, que les pasó, en medio de que,
con que estimulo…. El llanto de un abuelo, la usencia de una madre, los mocos
de un hermanito, la muerte de un perro, el dolor de un amigo, la indiferencia
de un amor no correspondido, la enfermedad, todas las carencias, pocos abrazos,
muchos sopapos, realidades de las que evadirse en todos los momentos de la vida
y el resultado nos pone a todos a convivir en la misma calle, en una dura calle
donde somos lo que se ve y lo demás no se pregunta, donde somos lo que hacemos
y no lo que nos hicieron, como si lo eligiéramos en ese momento, como si no lleváramos
vida vivida, como si el presente lo cubriera todo y nos condenara a ese
instante, ese arrebato, ese gatillo, esa cartera, una agresión, una respuesta a
quien no tienen toda la culpa de lo que hay en el mundo, pero se dio así y es
un error y es un horror, y no es justo, pero es así, porque las cosas no
siempre se eligen y no siempre corresponden… y no importa nada más que ese
ratito… y se puede entender y es re duro, pero solo es un emergente de lo mucho
que se sumerge y se amasa para abajo con montañas de dolor que a nadie le
importa ver ni curar ni nada de nada, porque nada se espera para los nadies y
ellos lo saben y por eso están como están.
Por eso y por todo lo que rodea el “eso” donde están es que no entiendo el pedido
de mano dura, es que veo lo que no se ve y no hay forma de negar lo que no se ve… no existe imaginar
esa persona eligiendo un día la vida que lleva, porque no son cosas que se
eligen… son cosas que te pasan o no te pasan… y está buenísimo saber de qué
lado te tocó estar, pero no podes pensar que ese lado es una decisión libre,
porque el mundo es mucho más variado y cruel que lo que fantaseamos con saber
ver y todo el tiempo nos estamos perdiendo de algo y cuando condenamos, nos
perdemos de mucho más.
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