Y pasar en ella los años que la ley pide, no ayudó a
entenderla. Pasar más años como estudiante, residente y docente, tampoco. No entiendo como la escuela les pide a los
chicos que pasen tantas horas sentados, apenas interrumpidas por recreos en los
que jugar algunos minutos para luego volver a la pasividad.
¿Cómo se supone que un grupo de chicos incorpora el mismo cúmulo
de datos en igual tiempo? ¿y cómo un docente puede ser un entretenido orador monológico
al que escuchar cinco días a la semana hablando desapasionadamente de un montón
de temas abstractos, que algún día nos van a servir, o de eso nos quieren
convencer?.
No entiendo como los pedacitos de ciencias se acomodan en
cronogramas rígidos y no se mezclan con otros pedacitos muy combinables.
Tampoco entiendo la separación de la cabeza del cuerpo y la forma en la que nos
dicen que hay que estar quietos para aprender, sentados derechos en esas sillas
imposibles, mirando para adelante y ya.
No entiendo los edificios enormes y grises que engullen
niños cada mañana, que entran con cara de dormidos y salen con cara de
cansados, tratando de juntar sus partes para afrontar la tarea de jugar, de
recuperar la forma de niños pequeños que
quieren reír a los gritos, y con todo el cuerpo.
No entiendo como el mundo cambia, se transforma, se repiensa
y la escuela está tan varada, invariante en el mismo lugar.
Y no entiendo como las escuelas no se dan cuenta de que los
chicos tampoco las entienden.
Si hay algo de lo que reniego aun con el titulo de docente a cuestas es la imperiosa NECESIDAD de mantener a los niños/adolescentes sentados durante 40/80 minutos intentando acumular conocimientos como si esto fuese una carrera contra el tiempo que les impide aprehender de otra manera. Considero que los verdaderos conocimientos, los trascendentales, en nuestra vida no se encuentran entre las cuatro paredes del aula y, mucho menos seran aprehendidos desde la quietud de una silla
ResponderEliminarCuantos más docentes lo entiendan, más cerca estaremos de cambiarlo :)
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