Lo descubrí una tarde, y no pude dejar de pensarlo.
¿Para quién vivís tu vida?
El otro día estaba por bañarme; me saqué las medias y
quedaron en el suelo del lado del revés… las miré un rato…
Salí de bañarme y me puse un parcito de medias limpias. Cuando enfundaba mi pie derecho en una de ellas, un hilo se enganchó en la
punta del más chico de mis dedos.
Entonces entendí mi incomodidad; la parte hilachuda,
incomoda y antiestética, la ponemos junto a la piel y el lado prolijo, de cara
al exterior, al afuera, a los otros, o quizás solamente al roce del zapato.
Claramente una metáfora de la vida que elegimos llevar,
anverso y reverso en función de una cosa para descuidar la otra. Imagen
ineludible de nuestra sociedad.
Mi dedo enganchado a la fase hilachenta, mis pies soportando
el detrás de escena de la ropa que fue hecha para ellos, viendo lo no visible
para dejar del lado de los otros su mejor perfil. El lado suave, parejo, homogéneo, de textura agradable, no estaba de mi lado, estaba proyectándose al afuera. Aunque el afuera nunca fuera a ver mis medias, hay que estar preparado.
Las medias aun en el suelo del baño mostraban su interior
bigotudo, el tras bambalinas de un show que emerge a los demás, metáfora
perfecta de una careta negada, mascarita innecesaria para ocultar una
intrascendente verdad.
No entiendo porque lo hacemos, ¿por qué no usamos las medias al revés?
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