Y no es metafórico, hablo de los sueños de estar dormida, no
de anhelos y propósitos.
Hoy, vamos con un ejemplo. Ciertamente, no creo en las
lecturas lineales de los sueños, pero hay algún mensaje que viene muy bien
cifrado. La siguiente descripción no tiene ningún sentido aparente, la lectura
azarosa de mi mundo interno, queda a libre disposición de los lectores.
Soñé que salía de mi casa, y encontraba una tortuga perdida (en
la esquina de España y Córdoba, muy centro de la ciudad), entonces me la
llevaba para sacarle una foto y buscar su dueño en Facebook. Como no iba para
mi casa, seguí mi camino (con ella) y fuimos a la oficina en la que desde hace
un año ya no trabajo (este sueño es de la noche que cumplía un año de desvinculación
con esa empresa, ¿creer o sobreinterpretar?). Llegaba a la oficina, en la que
no tenía que estar, sabiendo que había cámaras de seguridad, y me ponía a
envolver mis regalos de navidad, tratando de evadir las cámaras que transmitían
a Buenos Aires mi presencia (cuando yo trabajaba ahí, no había cámaras, pero
era un proyecto en marcha), y cada tanto, limpiaba lo que la tortuga ensuciaba.
En el medio, llegaron mi antiguo compañero de trabajo (a quien vi felizmente la
semana pasada) y un muchacho, que en mi imaginación es mi reemplazo (pero no lo
sé, porque nunca lo vi). Yo sabía y
sentía que estaba en esa oficina, aunque su apariencia era como la de las
habitaciones de mi casa, tenía la misma sensación de incomodidad que cuando
trabajaba ahí. En un momento del sueño, saqué $300 de una cajita y después los
dejé bajo un teclado (no sé si cambié de idea, si era una travesura, o si eso tenía
algún sentido). En algún momento me parece que agarré la tortuga y me fui.
Eso es todo… la mayoría de mis mañanas, no recuerdo haber soñado nada, pero cuando tengo imágenes o momentos recordables, suelo
escribirlo en papelitos que dan vueltas por la casa, hasta que me canso de
verlos.
No entiendo que significan, pero casi siempre incluyen animales.
Esta publicación
forma parte del proyecto “30 días de escribirme”, propuesto por el blog
escribir.me (todos invitados a jugar!)
Día 5: escribí el último sueño que
recuerdes
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