No entiendo el vínculo con la ropa



Son muchas las cosas que me cuesta entender de la ropa.
Cuándo dejar de usarla es una de ellas. Por lo general, la ropa que yo uso no padece grandes flagelos, llevo una vida tranquila. Entonces, solo se adhiere a ella un halo de sacralidad, se le estampan los momentos, se le contornean las palabras, se llenan de vida, de mí, de lo que me rodea, de lo que me acompaña.

Es por eso que me cuesta tanto dejarla.
Pero no sería lo más grave del caso…
Lo terrible es que a muchos miembros de mi entorno, les resulta muy fácil dar de baja sus aliadas textiles y proceden a cederme sus ropas amparados en el cambio de temporada, los colores de este verano o la llegada un nuevo estilo para sus vidas. 

Esto, sumado a mi falta de descarte hace que tenga muchas, pero muchas prendas.

Parte de mi antiguo guardarropas, hoy llegaron los dos nuevos... se puede acumular más.

Todo esto derivo en la idea de que la ropa tenia que se puesta en donación. Entonces, decidí que cada tres prendas donadas, recién podría comprar una nueva. Lo puse en práctica. Podríamos pensar que fue un éxito, porque llevo aproximadamente seis años sin comprar ropa de verano (navidad y mi cumpleaños hacen que no precise nada mas). 
Fue así que esta abundancia de prendas de las que no me quería deshacer, pero colapsaban mi hábitat, me llevo a otra práctica (que ciertamente me resulta mágica); cada vez que tomo vacaciones, lo hago con prendas que no vuelven. Liberador y funcional. Durante el año, la ropa interior feita, las mallas que han cumplido su ciclo, las prendas que ya me han acompañado lo suficiente, se suben a la mochila y se disponen a vivir su última aventura, a sonreír para sus últimas fotos (es una linda despedida).
Como ventaja complementaria, no hay más problemas con pagar exceso de equipage y está buena la cosa de dejar donaciones en los lugares que visitamos, aunque solo sean las prendas de los veinte días de vacaciones anuales. Otro “bonus” es obviar la ceremonia de lavarropas post viaje.

Alguna vez mis amigos se sorprendieron de esta práctica, muchos creen más acertado comprar ropa pre viaje para estrenar en destino. Es por eso que no entiendo la ropa, porque es algo que cada uno de nosotros entiende a su manera. Paletas cromáticas, largos de faldas, marcas, escotes, es un mundo interior lo que llevamos puesto.

Si tuviera que hablar de cómo llegó a mi cada una de las prendas que visto cuando escribo, en casi todos los casos, es ropa de mi hermana, o de mi mamá, que está en mi sección “entre casa”. Es muy habitual que a excepción del calzado y algunos accesorios, todo tenga este origen. En otras oportunidades son regalos, en muchos casos legados de amigas, y hasta indumentaria institucional de voluntariados y trabajos temporales. Lo cierto es que también elijo algunas prenditas en viaje, a las que quiero mostrarles mi ciudad, y con el tiempo, son las más difíciles de liberar.

Una linda reflexión sobre la vida, que toma como eje la ropa es "Zapatos Nuevos", se las dejo, porque es bueno escucharla más o menos, una vez por semana:

Otra reflexión mucho menos profunda, pero mía, es la que alguna vez publiqué acá: link

Ecología-economía-sentido común... la vida y la ropa (ponele)


Esta publicación forma parte del proyecto “30 días de escribirme”, propuesto por el blog escribir.me (todos invitados a jugar!) 
Día 26: escribí acerca de la ropa que estás usando ahora mismo. Cómo cada prenda llegó a tu vida



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