La antigua Siam es tan bella, tan caótica y tan mágica a la
vez, que desorienta.
Todos nos sentimos desorientados al llegar a Tailandia, y se
ve que se nota, porque en todas partes, los carteles te explican cómo te tenes
que comportar.
Entre las mayores dificultades que el tailandes afronta con
el turista, podemos mencionar el respeto por la religión budista. Cuando un recién
llegado invade templos con la sola intención de ametrallar la cámara de fotos,
los carteles nos grafican algunas buenas practicas para tener en cuenta en
lugares sagrados
Una de las cosas que
más nos impactan en los primeros días es el tránsito de los monjes, como seres mitológicos
al principio, como parte del paisaje al final. Lo cierto es que nunca sabemos
qué hacer ante ellos, y como los tailandeses lo entienden, nos dejan cartelitos
para sugerir que les cedamos el asiento del metro, que no nos saquemos selfies
con ellos y esas cosas.
No solo a los monjes hay que ofrecerles el asiento, también hay
otros carteles para recordar quienes pueden necesitar viajar sentados, sobre
todo en los asientos señalizados como de prioridad
Pero manejarse en el transporte público también implica
otras muchas normas de convivencia, para las que hay carteles así de completos;
Tan completos que no terminé de leerlo y le saque la foto
antes de ver que una de las prohibiciones era precisamente sacar fotos o tomar
videos (algo que todos hacen, porque la selfie camino al trabajo ¡es casi un
ritual tailandes!)
Hay buses que te dan la bienvenida con normas de convivencia, asi todo queda claro antes de empezar
Y cuando aplicamos todas esas reglas, viajar es tan
placentero, que la empresa sospecha que uno no quiere olvidar esos viajes
cotidianos y nos ofrece una amplia variedad de merchandising.
No entiendo algunos carteles de Tailandia, pero me gusta que todo esté pensado para educar y construir la convivencia.
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