No entiendo las casas sin mascotas




Estoy tratando de pensar si alguna vez sentí nacer esa sensación, y creo que no. Siempre estuvo allí. Estoy tratando de recordar cuando la sentí con más fuerza, y sin dudas, fue cuando me mudé a mi casa actual.

No entiendo las casas sin mascotas. Y es claro que esta afirmación se basa en el hecho de que comparto el criterio de la definición de la palabra mascota; “es un término que procede del francés mascotte y que se utiliza para nombrar al animal de compañía. Estos animales, por lo tanto, acompañan a los seres humanos en su vida cotidiana, por lo que no son destinados al trabajo ni tampoco son sacrificados para que se conviertan en alimento”.

Siempre en mi casa hubo animales, variaditos, pero constantes. No sabría vivir en una casa sin ellos, y me cuesta mucho visitar u hospedarme en casas que no cuentan con la energía mágica que una mascota irradia. Cientos de estudios demuestran la cuantiosa lista de virtudes que la convivencia con animales reporta a ambas especies, físicas, emocionales, energéticas… es una relación muy recomendada.

 Una de las casas que recuerdo sin mascotas, es la de mis primas. Cuando éramos más chicas, tenían algunos caracoles en el patio, a los que se acercaban con temor, y gatos que pasaban por la cornisa, pero no cumplían tareas afectivas. Cuando ellas venían a casa solían jugar con mis gatos y siempre estuvo latente el pedido de un perro. Incluso hubo varias negativas tajantes de mis tíos para la adopción de un perro en la casa. Sin embargo, en algún momento, algo pasó… nunca supe bien cuáles eran los argumentos por la negativa, ni mucho menos cuando se volvieron positivos ante la propuesta, pero de buenas a primeras, un verano de nuestra adolescencia, a la casa de mis primas, llegó Mandy, una bretona divina.
A partir de ahí, tengo solo maravillosos recuerdos de ella, incluso, Mandy carga con el honor de ser el único perro en el mundo que alguna vez me mordió (ella estaba asustada y yo insistí en interactuar, después de todo, la cachorra tenía razón). Ahora que lo pienso, el recuerdo más lindo que tengo, no es precisamente “de” o “con” Mandy… sino que se trata de un gestito de una de mis primas (y la involucra a sus espaldas).

Después de mi boda, hice algunas reunioncitas en casa para celebrar la mudanza y presentar mi vivienda en sociedad. Nos mudamos en julio y teníamos previsto un viaje en diciembre, por lo tanto, a la decisión de no mudar mi gata de mi casa de soltera, se sumó la decisión de no tener mascotas hasta la vuelta del viaje (que de paso, le ahorraría el stress de los últimos albañiles y los cambios de paisaje propios de nuestra adaptación de la casa a su modo “hogar”). Cuestión; mi casa no tenía ninguna animal… y eso era como si mi casa no tuviera alma, así nomas.

El recuerdo es claro; estoy en una de estas reunioncitas de recién mudados (2009). Los invitados son mis papás, mis abuelos, mis tíos  y mis primas. Vienen a conocer el nuevo domicilio y compartir las fotos y el vídeo de la boda. Todos están  llegando, entre abrazos y felicitaciones, con mucha alegría, ruidosa alegría. Entre los besos y las palabras amables en relación a la pequeña casa en proceso de habitabilidad, me saluda mi prima menor y me entrega una bolsita. Estamos en el patio, cerca de la puerta de la cocina. Claramente y sin que yo me lo imaginara, mi prima sabía que ese vacío (que nunca confesé) estaba en el aire y me trajo un regalo tan simple como maravilloso; una foto de su Mandy en un portarretratos decorado por ella misma  y me lo entregó con la idea de que sea mi mascota provisoria. Y eso fue… mi primer  mascota de casada… una Mandy bidimensional que aun hoy atesoro con toda la ternura con la que llegó.


Estoy segura de que mi vida mascotera está casi legislada por gatos, pero amo esa foto y lo que representa, porque... no entiendo las casas sin mascotas, ¡y yo viví nueve meses en una!

Esta publicación forma parte del proyecto “30 días de escribirme”, propuesto por el blog escribir.me (todos invitados a jugar!) 
Día 15: escribí acerca de un perro que haya formado parte de tu vida (y aprendé a recordar en imágenes)


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