No entender a octubre es algo que puede empezar desde su etimología…. Porque
parece que se puede cambiar el calendario entero, pero no se pueden modificar
los nombres de los meses.
Octubre se llama octubre, porque su nombre provienen del latín “ocho meses”, aunque ahora sea el mes diez,
las paradojas de la vida, lo corrieron del ser el
octavo mes del calendario romano a ser el décimo del calendario gregoriano; el otro
calendario empezaba en marzo, o sea…. donde ahora anda empezando fácticamente... digamos que octubre nos recuerda con su nombre que le metimos dos meses
mentirosos a nuestros cortos años. ¿O no? (ver al respecto)
Octubre tiene el dolor de 1492, y nos trae el recuerdo de todos los
charcos de sangre que puede hacer el ser humano a cambio de cosas a las que les atribuye un valor absolutamente simbólico, mientras el real valor de una vida,
poco le importa a muchísimas generaciones de hombres sedientos de poder,
prestigio, reconocimiento, sed de "vayaunoasaberqué", cosas que les resultan
aun hoy interesantes y seguimos padeciendo en este recorrido que transitamos como especie en auto
exterminio a altísimos costos.
Eso nos dice octubre y para reconciliarse con nosotros (en términos de humanidad), un 24 de octubre de 1945, nace la
Organización de las Naciones Unidas. O sea… una buena idea que no fue, un
proyecto de paz mundial, de trabajo en equipo que ya sabemos que no es tal.
Así está octubre, tratando de dar explicaciones que no le corresponden.
Es el décimo mes del año, y no tiene por qué dar explicaciones de nada, la
culpa es tuya, que no encontrar tu lugar en el itinerario que cíclicamente vuelve
a empezar y te va a volver a pasar. De hecho, sus 31 días lo hacen parecer
eterno, pero mide lo que tiene que medir, mide lo mismo que enero, y nadie se
lo reprocha al primogénito del año.
Rarísimo clima trae octubre, con sus lluvias y sus soles, su inestable
forma de hacernos improvisar. Octubre hace lo que quiere, y nosotros, lo que podemos. Octubre de post-its en las paredes, imanes en la heladera y listitas en todos los bolsillos. Es octubre cada vez que
pasamos las hojitas de la agenda para constatar que todavía falta mucho, pero
ya vamos yendo a la librería a comprar la del año siguiente con la ilusión de
que lo acercamos un poquito más. Octubre es ese ratito del año donde uno
descubre que ya faltan las fuerzas, y sabemos que estamos en el segundo
semestre, que ya se termina, pero igual falta un montón!
No entiendo a octubre que se llena de lapachos y los primeros
jacarandás pero nos deja a todos con ganas de salir a la vereda, de perdonar al frío y encarar la intemperie. Confiados en las promesas de la primavera,
decididos a romper el letargo, es octubre de no entender si hay que esperar navidad o cerrar proyectos
mientras enlistamos los nuevos. Octubre que no entiendo más nada, que la rutina
ya aburre y la reestructuración se hace esperar. Octubre de más de lo mismo,
pero distinto, como si fuera culpa de octubre que tomemos malas decisiones.
No entiendo a octubre, como si fuera culpa del calendario que no sepamos vivir bien cada día.