No entiendo como
lo hace, pero el rio que acompaña mi
ciudad tiene muchas formas de ser vivido, sentido y conocido… se ocupa de
contarnos algo a cada uno de los que le pasamos cerca… y con cada uno establece un vínculo, que como
todos los vínculos, fluye, muta y se renueva.
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El río se ve más
lindo esta mañana, me acerco para mirarlo brillar bajo un tibio sol de agosto
que traza un sendero dorado desde el cielo hasta donde estoy. Camino en
paralelo al curso del río y el sendero dorado siempre va del sol hacia mí. El mensaje
es absolutamente claro. Mientras cardúmenes (¿?) de camalotes navegan con calma
hacia el sur, el astro rey me señala el brillo, el fulgor, la fuerza y la
calidez de sus atributos, que me son conferidos a diario. Sus dones se vuelven míos,
me llenan y hoy los siento. Absolutamente claro. Sobre el agua destella un
senderito y yo camino, el sendero también.
El río marrón se
ve azul fuerte y la fuerza se llena de viento suave que invita a la
permanencia.
En pleno centro,
zona donde el río se luce pero no moja. Hay muchos ríos en mi río y con muy
pocos converso. El de hoy me habla manso y claro, me contagia, me potencia y me
invita. El río de hoy tiene ganas de darme un empujoncito y el sol baja por él
y me llama.
No es el de
siempre pero es el mismo. Panta rei, todo el tiempo, aunque no lo vea. Panta rei,
todo el tiempo mientras corremos. Hoy me habla, absolutamente claro.
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No entiendo a este
Río Paraná
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