No entiendo – Diario de encierro #16




De las muchas cosas que hay para hacer dentro de este encierro que no elegimos, jugar es una de las que más me gusta. Y mientras disfrutaba compartir tiempo de calidad con mis peques, empecé a escuchar muy sorprendida que no todas las familias rebalsaban de felicidad con esta misión. No en todas las casas florecían las ideas y propuestas para conservar el entusiasmo del juego de interiores durante lo que durara este confinamiento.


Esto no podía menos que ser grave, porque al no tener fecha cierta de finalización, no se ve la luz al final del túnel (de los que estaban en un túnel, yo andaba en la mismísima gloria). Y las consecuencias eran terribles. Adultos queriendo trabajar, chicos que no encontraban que hacer, pantallas quemando retinas de todos, y juguetes que parecían ser inútiles, porque cuando estamos negados, no hay caso.


Entonces, un día, armamos una cajita con juegos simples, de los que hacemos en casa, para darle una sorpresa a un amiguito de Magui que vive cerca…. Ella pintó la caja, le pusimos algunos regalitos que había en casa, algunas actividades de las que más nos gustan, y papá se la llevó a su casa de camino al supermercado. Para nosotras, fue un juego la preparación, pensamos los objetos, armamos la presentación y montamos la caja con la ilusión de llegar a la casa del amigo de la única forma en que es posible una visita en estos tiempos.


Nos sorprendió un montón la resonancia… porque más allá de los videos con agradecimiento del peque, que para toda nuestra familia fue una gran alegría, la gratitud y avidez de más de esos padres, fue inesperada (recordemos que lo que la caja contenía es lo que en muchas casas puede ser considerado basura sin mediar alternativa)


Entonces, medio en chiste, medio en serio, nos alentaron a mandar otra la siguiente semana, y como lo que nos nutre son los desafíos, nació una serie de cajas que sin repetir propuestas llegaban cada finde a aportar juegos e ideas para que esa familia se entretenga con recursos que no tenían en mente.


Comentando esto con otras personas, fueron naciendo interesados en recibir otras cajas, incluso, tras escuchar el relato, hubo quienes preguntaron por el costo de las cajas y se ofrecieron a pagar lo que sea para tener nuevas claves de entretenimiento. Nunca había sido la idea, ni tampoco me parecía necesario mostrar a las familias el universo de posibilidades que una casa tiene para ofrecer a un chico, pero había entre mis amigos, muchos interesados que por cuestiones de tiempo y distancia, no nos era posible abarcar. Esto generó los tips diarios por whatsapp para otros amigos. Se trataba de alguna foto y breve consigna de alguna actividad que se pueda hacer con lo que hay en casa.

De repente, recibir fotos y videos se volvió otra forma de jugar y nos encontramos saliendo de casa en forma de caja y a partir de eso, jugando con más amigos y desafiándonos a crear nuevas formas de estar juntos.
Y todavía andamos explorando esos caminos... porque seguimos en casa, y seguimos jugando.



No entiendo – Diario de encierro #15 - Zoomples



Pasan los meses y las cositas que parecían simpáticas dejaron de tener tanta onda. Con el paso del tiempo, pasan cosas a las que no podemos acercarnos, y así como el trabajo, la escuela y algunas actividades recreativas se fueron volviendo bidimensionales para no desaparecer, los ritos sociales se esfuerzan por hacer lo propio.


Entre el alivio y la angustia, los velatorios no pueden llevarse a la practica, acompañar a los enfermos tampoco es lo mas usual, las celebraciones religiosas están entre virtualizadas y suspendidas y muchos estudiantes van al living y cuando vuelven a la cocina ya son profesionales (con tirada de harina y huevos en el balcón).

Los cumpleaños empezaron siendo un problema ¿Cómo agasajar a alguien sin un abrazo, sin una fiesta, sin la tradicional juntada en torno a la torta?... por suerte, el ser humano tiene la adaptabilidad entre sus talentos para la supervivencia, esto se resolvió  con las pantallas. 
Entonces, algunos fueron celebrando con rostros queridos desde un monitor. Hubo quien se alegró de no pagar el catering para la familia, hubo quien se relajó del rol de anfitrión que ya no fue necesario, hubo regalos con deliverys, cotillón y decoración en algunas casas de agasajados e invitados  y canto polifónico sincrónico. Foto grupal en los cuadraditos de la pantalla y algunas conversaciones que evocaban la mesa tradicional (condimentada con desperfectos técnicos y esas cositas).


Esta etapa vino acompañada de los trabajadores versátiles que ofrecieron comida, regalos, decoración y hasta animación para los eventos en aislamiento. Va para todos ellos una felicitación por la rapidez y el empuje de cada uno de estos gestos (sobrevivir es cuestión de creatividad, y la tuvieron).


Sin embargo, superando la mitad de mayo, cuando la falta de reuniones lleva más de dos meses y siendo por esto ya un sexto del año, estamos en condiciones de afirmar que más del 15% de la población ya festejó su cumpleaños con este formato, o el que supo inventar… y nos está dejando de caer gracioso. Ver soplar la vela de una torta sin conocer su sabor es una experiencia un poco trunca.



Que la vida y todas sus aristas pasen por la misma silla para cada uno de nosotros, tuvo su momento de novedad, originalidad y hasta diversión…. Pero estamos un poquito urgidos de abrazos, contacto, sensorialidad… y si ya la humanidad venia borrando algunos matices de la experiencia por el exceso tecnológico elegido, la obligatoriedad hace que los que no veníamos siendo tan fans de la vida mediada, confirmemos que seguimos eligiendo el olor del humo de la bengala después de los aplausos alegóricos.


No entiendo – Diario de encierro #14



Si hay algo de bueno en estar tanto tiempo en casa, es que se multiplica la actividad creativa, y las razones para escribir, llegan de muchos lugares. Entre catarsis y escrituraterapia, algún ratito de editar escritos más viejos, alguna propuesta de escritura colectiva y muchas cosas que necesitan salir de la cabeza, aunque sea en formato tinta o aporreando el teclado....
Una amiga me esgrimió la consigna "El mundo se queda sin cigarrillos", y aquí, el resultado del ejercicio.


El mundo se queda sin cigarrillos.

Sucedió de manera inesperada, y quizás por eso no pudo hacerse a la idea, o tomar recaudos. Había iniciado el vicio sin proponérselo, paulatinamente, casi como una imposición de su entorno, casi desconociendo su daño… pero actualmente, estaba tan sumido en su humo que sintió que era la única forma de vivir, el único pesado modo de respirar, la única enferma manera de existir.

De tantos años en la adicción de encender fuego, nunca imaginó la posibilidad de dejar de hacerlo, incluso entre las veces que había escuchado que era posible, siempre le sonó disparatado y hasta utópico. Lo escuchó de boca de los mayores líderes mundiales, y aun así, parecía algo que nadie tenía ganas de iniciar, por lo tanto, él no veía motivo para dejar de fumar.

Cuando aquella mañana de marzo despertó, en medio de la soledad aullaba esa ausencia, el aire estaba cambiado, la vida reflejaba otros colores… la desesperación hizo cuerpo en sus pensamientos y desorientado buscó una explicación. Rebotó errante por el firmamento como una bolita de pinball necesitando entender. Miró el sol, que solía alterar sus ciclos durante la órbita, revisó los calendarios, acusó a las constelaciones más traviesas, desconfió de los asteroides revoltosos, pero ninguna respuesta.


Finalmente, ElMundo, descubrió que el confinamiento obligatorio y el cese de la voraz actividad productiva lo habían dejado desprovisto de chimeneas activas. Y por un tiempo, nuestro planeta, dejó de fumar.