No entiendo algunos rituales (1)



Ya escribí sobre pérdidas, ya escribí sobre duelos, y tengo bastante entendido el tema de las ausencias biológicamente inevitables.

Hace poco me preguntaba ¿para qué voy a un velatorio?.


Siempre me pareció que eran rituales necesarios para elaborar la pèrdida del un ser querido, para tomar conciencia, para convencernos de que esa verdad tan dura como inevitable es real. Siempre me pareció importante cumplir con los ritos de la sociedad y los entendí. 

Hace poquito me toco atravesar el tristísimo momento de perder una amiga. Ya tenía muchos velatorios en mi trayectoria por este mundo y sus rituales, pero todos de familiares o familiares de amigos, era la primera vez que perdía a una amiga. Y ese dolor era tan nuevo como raro. 
Era la primera vez que no tenía gran sentido abrazar a los parientes, porque no sabía quiénes eran, era la primera vez que llegaba a una sala velatoria a no conocer a nadie, más que a quien no me iba a poder abrazar.

Y no lo entendí.
Y todavía no lo entiendo.


Y fui, porque creo en los rituales y los siento verdaderamente necesarios… pero hay casos en los que no termino de entender cómo funcionan. Tal vez son solo espacios para llorar en el momento y en el lugar que el rito pide, como si eso hiciera que no nos sorprendieran las lagrimitas en el cordón de la vereda o en la fila del supermercado, cuando se nos cruza un recuerdito de esas personas que nos quedan impregnadas en el cuerpo apenas dejan en la tierra el suyo.

No entiendo algunos rituales, los sigo, los interpelo, los cumplo... pero no los entiendo.


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