No entiendo – Diario de encierro #2



Somos una familia inquieta, nos gusta pasear, recorrer, visitar, estar presentes en el espacio público y muy cerca de mucha gente. Cuando el jardín cerró sus puertas no pareció terrible, cuando la biblioteca canceló la sala de lectura nos preocupó un poco más. Cuando nos alejaron hasta la posibilidad de ir a la plaza, la entendimos como una oportunidad de explorar nuevos juegos

Hay en una página de mi agenda un listado de juegos para hacer en casa que suele funcionar como reservorio de datos ocurrentes que me llena de expectativa explorar. Con la constatación del aislamiento obligatorio, comenzamos a repasar los favoritos y ensayar los que no habíamos podido estrenar. La casa se convirtió en nuestro universo y cuando el 20 de marzo no pudimos ya contar con ayuda para la limpieza, el desafío aumento su dificultad. Como se hablaba de muchos días, no quisimos pecar de atolondrados y fuimos combinando juego libre con actividades muy pautadas.



Así, una mañana armamos la ronda para leer cuentos a modo de fogón de campamento, otro día filmamos un instructivo de porteo ergonómico para juguetes, un poco de títeres, bastante de música, tiempo para jugar con masa, hacer collares, cocinar, teatro de sombras, juegos de mesa, cartitas, acuarelas, juegos con hojas de otoño, disfraces, rompecabezas, plasticolas, experimentos, coreografías, montamos una ciudad y habitamos la casita, apilamos bloques de madera, encastramos bloques de plástico, leímos montañas de cuentos, los narramos, los grabamos, los representamos y los compartimos, escuchamos audiolibros en voces de amigos, llenamos de circuitos de tiza el suelo del patio, ensayamos letras, descongelamos hielos con chiches atrapados, practicamos peinados nuevos, nos sacamos muchísimas fotos divertidas, pintamos con los dedos, con las manos y con los pies, usamos nuestros medios de transporte en casa; el avión, el tren, el camión de bomberos, el monopatín y estamos empezando con la bici, también exploramos el pelapapas y la regla.

Hicimos varias tortas, muchas gelatinas, algunas galletitas, y todas las cenas, jugamos con agua en el patio y jugamos en toda la casa con los chiches, con el cuerpo y con la imaginación, y entre todo ese juego inventamos imágenes y videos para que la gente que nos extraña sepa que estamos bien, que estamos a pura risa (y se rían con nosotros desde su casa). 

No sabemos si es exagerado, no sabemos qué está pasando afuera, no sabemos que tendríamos que estar haciendo, pero elegimos jugar.
No entiendo una forma distinta de pasar este tiempo. Juguemos.


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