Cuando todo esto pase
De tantos que esperan que todo esto termine, yo
creo que no quiero.
Ya se dijo mucho que nada va a ser igual y casi
como en el mito de la caverna de Platon, no se si estoy lista para salir. Mucho
menos para sacar a mis chicas.
Y lo que menos me importa es el temido virus. Desde que entre a casa aquella última noche en la que usé calzado, me ocupé de no salir más. Fede trabaja fuera de casa y se convirtió en nuestro nexo con el mundo, desde las compras hasta sacar la basura, yo no salí más.
El viernes llevó a Meri al pediatra, relata que no fue fácil. Pensar en que a tus nueve meses, tu papá con barbijo te lleve a un sanatorio para que otro ser enmascarado te examine no debe ser fácil.
Magui juega a ser mamá “Soy mamá y me voy a trabajar” me dice mientras se cuelga un maletín lleno de papeles, “me voy a trabajar y me pongo una mascara para salir” me aclara a cara descubierta, porque una cosa es enunciarlo y otra, hacerlo. Charlamos mucho la importancia de la mascara de papá (que se la pone en la vereda, pero se guarda en casa), con extrañeza accede a mirarlo con el cubreboca puesto, escasos segundo jugó a ponerse algo similar.
Y lo que menos me importa es el temido virus. Desde que entre a casa aquella última noche en la que usé calzado, me ocupé de no salir más. Fede trabaja fuera de casa y se convirtió en nuestro nexo con el mundo, desde las compras hasta sacar la basura, yo no salí más.
El viernes llevó a Meri al pediatra, relata que no fue fácil. Pensar en que a tus nueve meses, tu papá con barbijo te lleve a un sanatorio para que otro ser enmascarado te examine no debe ser fácil.
Magui juega a ser mamá “Soy mamá y me voy a trabajar” me dice mientras se cuelga un maletín lleno de papeles, “me voy a trabajar y me pongo una mascara para salir” me aclara a cara descubierta, porque una cosa es enunciarlo y otra, hacerlo. Charlamos mucho la importancia de la mascara de papá (que se la pone en la vereda, pero se guarda en casa), con extrañeza accede a mirarlo con el cubreboca puesto, escasos segundo jugó a ponerse algo similar.
Vimos fotos de los abuelos con los rostros
cubiertos, hablamos de las cosas que ni los mas grandes entendemos. Estamos
tratando de habitar un mundo repleto de enemigos invisibles superpoderosos que
cuanto mas nos juntamos, mas nos lastiman. Estamos contradiciendo a la unión
que hace la fuerza, al menos en términos de abrazos.
No estoy lista para salir a una vereda de seres
sin rostro que temen al contacto físico. No puedo esterilizar mi vida para
limpiar los asesinos imaginarios que se me peguen en la calle. Me asusta pensar
en la mirada atemorizada de quienes me vean olvidarme los nuevos estándares de
convivencia urbana y todo esto mientras esculpo la psiquis de dos nenas
afectuosas, apapachadoras y que hace mas de un mes solo abrazan a papa y mama.
Como les pido que no le den un beso a sus
abuelos? Como les digo que se hablen de lejos con los amigos? Que circulen sin
tocar nada? Como formateo todo lo que ya saben para incluir miedos que no
termino de sentir? Como las dejo salir a una ciudad enmascarada a descubrir
ojitos sin dueño?
Cuando todo esto pase, no habrá pasado nado.
Cuando abramos la puerta, se van a meter los fantasmas. Los miedos y las dudas,
los ojitos desorientados y habrá que alumbrar desde el lenguaje el nuevo mundo
que nos toque habitar.
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