No entiendo – Diario de encierro #4



Receta para ser feliz

En medio de la gente, sobreinformada sintiendo miedo, otros más fríos que especulaban con sacar partido de la situación, los desafortunados de siempre habitando los bordes de la media y los afortunados a quienes el arresto domiciliario les  da igual que una vacación… en medio de todo, ni mejor, ni pero que nadie, en casa tenemos la receta para ser feliz.



El ingrediente principal son dos niñas, lo que sigue es un montón de ganas de jugar, un poquito de creatividad, algunos recursitos y sobre el final de la tarde unas cuotas de paciencia.
Si el foco está puesto en ellas, sus juegos, risas y ocurrencias hacen imposible que exista algo más importante.
Aunque el fin del mundo les quiera robar el protagonismo.

De rutinas y adaptaciones

No podemos negar que somos animales de costumbres y para estar repletos del entusiasmo que nos caracteriza, necesitamos cierto orden. No fue muy planificado, pero aun en el cautiverio que hace a todos los días iguales, nos emergió esta rutina.

  • Cerca de las nueve de la mañana, las niñas no quieren dormir más
  • Jugamos un poco en la cama, en el dormitorio y desayunamos sin prisa
  • Charlamos las actividades posibles, desarrollamos un juego nuevo
  • Preparamos el almuerzo y terminamos con postrecito
  • Música y cuentos para hacer el noni cortito (Magui… Meri es anárquica)
  • Mamá estudia durante la siesta, si puede, si no… cuando esté papá
  • Segundo round, juegos más activos, re versionamos los más elegidos
  • Merienda y más juegos. Tiempo de juego libre
  • Preparación del ritual de la cena. 
  • Videollamada con seres queridos
  • Ducha opcional, no hay mucha exigencia
  • Dormitorio con juegos calmos, maratón de cuentos, música de noni
  • Tipo tres de la mañana, mamá despierta recibe la visita de Magui que se queda en la cama, donde los cinco (gato incluido) descansamos

Dentro de esta rutina las adaptaciones se asocian a lo laboral, una reunión on line o un horario de videoconferencia hacen que mama y papa tengan que coordinar tiempos 
La otra novedad son las compras, el supermercado es todo un evento y las cosas se hacen con lo que hay. No existe posibilidad de pensar en ir a la librería, a buscar un algodón de azúcar o un regalo de cumpleaños... todo lo suplimos ocn imaginación y ejercitamos gozosos el pensamiento lateral (pensar sorpresas para cumples pasó a ser un juego en sí mismo)


Y por último, algo que no hacemos mucho, pero puede pasar, es sumarnos a actividades en vivo, gente querida, o gente a la que seguimos en actividades y pautas de encuentro, o te invita a mandar cierto tipo de fotos, o elegimos mandar algo para sentirnos conectados, además de las muchas videollamadas en familia, por momentos nos subimos al tren de algún entusiasta, como parte de nuestras nuevas prácticas y los pocos minutos de pantalla permitidos (siempre desde el producir y nunca desde la pasividad anestésica).

No entiendo la receta, pero nos sale muy rica



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