Días de abecedario es un
juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de
recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea
es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo
que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite. Aquí vamos
con la “N”
Negación,
ahí habito. Ahí me refugio, me escondo y me encuentro.
La negación reserva para mí ese halo de esperanza y utopía, no ver lo que pasa me aloja en un lugar de lo que quiero que esté pasando y allí me quedo y eso elijo. Y eso atraigo y me lo traigo y está bastante bueno. Si la realidad quiere invitarme, solo acepto contadas veces.
La negación reserva para mí ese halo de esperanza y utopía, no ver lo que pasa me aloja en un lugar de lo que quiero que esté pasando y allí me quedo y eso elijo. Y eso atraigo y me lo traigo y está bastante bueno. Si la realidad quiere invitarme, solo acepto contadas veces.
En la negación, la ilusión es mi magia y mi luz, voy a eso y casi siempre, eso viene a mí. El juego es óptimo, solo los analistas definen que no está bueno. A mí me sirve, me viene bien, me ayuda un montón; Soy lo que afirmo y cuando niego dejo de ser eso que no admito y me pongo en algo mejor en ese lugar y soy.
Habitar la
negación me hace libre de las falsas trampas a la sonrisa, veo solo lo que vale
la pena ver. El resto es ineludible, llegara de todos modos y nunca se está
preparado para eso, no sirve la anticipación. Sirve soñar.
Niego para afirmar que vale la pena seguir
Afirmo para
sonreír porque creo importante avanzar
La negación
es mi lugar feliz, cuando se oscurecen mis lugares de siempre.
No entiendo a los que creen que la negación es indeseable.
No entiendo a los que creen que la negación es indeseable.
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