Días de abecedario es un
juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de
recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea
es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo
que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite. Aquí vamos
con la “U”
Me gusta la fantasía, me
gusta la magia, me gustan los personajes mitológicos, pero me tienen harta los
unicornios.
Yo entiendo que la moda, el
marketing y los patrones de consumo lo están manteniendo en la cima de la
popularidad, pero me encuentro sobrepasada en mi capacidad de ver productos
muchos con variadas versiones de este animalejo.
De patas largas y estilizadas o con cuerpos rechonchitos, de cuernos coloridos o dorados, dulces o malvados, en
mochilas y agendas, en tazas y remeras, en todos los accesorios que sean
capaces de imaginar. Los unicornios nos esperan con enormes alas o con tímidas
alitas para llevarnos de viaje por la estandarización; los otrora sinónimo de
irrepetible (al decir de Silvio Rodríguez) han hecho el movimiento pendular que
los ubica del otro lado y ahora todos somos unicornios (con ayuda de una
repetida vincha de plástico)
Frases sobre utopías acompañan
la silueta e invitan a soñar, volar, creer y ser original (menuda paradoja),
tanto que los monocuernos han migrado de los caballos alados a otros animales
como caballos sin alas, gatos, delfines y más, tanto que las crines
multicolores invaden las fiestas de cumpleaños y los salones de las escuelas,
tanto que las cocinas de las abuelas y las carteras de las tías están repletos
de ellos, tanto que no los quiero ver más.
¿Faltara mucho para que
sirenas, minotauros o dragones le ganen protagonismo al emblemático caballito? Me
parece muy compatible cualquiera de estas opciones con los mismos productos y
hasta con idénticas frases…. ¿O todavía tenemos que esperar que alguna productora
audiovisual le ponga nombre y tema musical al bichito estas vacaciones de
invierno?
No entiendo hasta cuando hay
que naturalizar las nenas cornudas y los enjambres de artesanos ofreciendo
cuanta chuchería sea posible con el citado bicharraquito, no entiendo como no
se cansan, como no se corren de un lugar tan común, de un algo tan visto,
remasticado y re mil usado. Harta de los unicornios.
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