Días de abecedario es un
juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de
recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea
es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo
que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite. Aquí vamos
con la “T”
Se va el verano y comienzan
las rutinas, porque muchos ya están renovados de las vacaciones, otros
volvieron hace un mes y la mayoría recién se termina de reencontrar con sus
equipos, porque en un periodo muy cortito del año, todos se van de vacaciones.
En algún momento, parece que
la fecha de escolarización de las criaturitas nos marcó el almanaque a todos. De
algún modo emergió la temporada alta, como concepto rector de la partida de la propia ciudad, es el momento en que hay que descansar (como
si todos nos cansáramos en la misma fecha, o como si hacer faltar a los chicos
dos semanas a clases les arruinara el futuro).
La temporada alta, es ese
momento después de la navidad y antes del reinicio de clases en que todos
corren a las agencias de turismo, a las revistas especializadas o a las rutas,
porque es cuando se descansa, es cuando hay que estar de viaje, es cuando
tenemos que hacer la pausa del año. TODOS.
Así nace el amontonamiento en
los dos o tres lugares de veraneo obligado, porque el país es muy diverso, pero
para muchos, “vacaciones” es sinónimo de Mar del Plata, Carlos Paz o alguna
otra cosita no muy diferente a esas.
Este amontonamiento, esta explosión
de estos lugarcitos y de otros que van emergiendo para tomar las familias que
no encuentran lugar en los primeros, o las osadas que se animan a otras
latitudes, tiene consecuencias.
El amontonamiento genera aumento de precios,
porque muchos quieren estar ahí, y no tiene sentido que les resulte tan simple
alcanzar su objetivo.
El amontonamiento trae stress, porque necesitamos
conseguir donde dormir, en que llegar, que comer y donde “descansar” siendo
muchos en el mismo lugar y en esto se suman las prisas, porque para lograr la felicidad en el lugar en el que nos amontonamos hay
que estar muy atento al reloj, a que hora se llenan los comedores, cuando hay
que bañarse para que no nos quedemos sin mesa, cuando sirven el desayuno del
media pensión y otros muchos reglamentos de nuestro tiempo sin reglas que
aportan a que necesitemos descansar del descanso.
Todo porque no nos animamos a
viajar en septiembre, o en mayo.
No entiendo la temporada
alta, sus incomodidades y esa falsa ilusión de fecha feliz que es para muchos
(por suerte, para cada vez menos)
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