No entiendo como no amar las calles de Lima


(alguna vez escribí sobre esto en otro blog...)

Las calles de Lima están llenas de gente y eso me encanta. Tienen personas de todas las edades y el movimiento las ha hace bellas. Por eso el comercio anida en ellas de manera armoniosa, los variados ofrecimientos al paso causan al peatón satisfacción acorde a la cantidad de horas en vía pública que resuelve pasar. Nos habla de las costumbres de la gente ver tantos vendedores en las calles.

El turista también se integra a esa coreográfica marea y el abastecimiento de las veredas es parte constitutiva del viaje. Al principio con sorpresa, después con desconfianza y al poco tiempo, ya con total y obligada naturalidad, el de afuera, entra al corazón de Lima por sus veredas generosas.

Las calles de Lima y su comercio informal proveen alimento, ornamento y entretenimiento; desde frutas hasta globos y de remedios hasta artesanías, Lima se comparte en la vereda, se muestra, predispuesta y hospitalaria para que la ciudad SEA y no solo se convierta en trayecto ENTRE.

En semana santa se ofrecen artesanías de palmas con crucifijos


Los picarones son roscas fritas a base de harina de mandioca y miel, del tiempo de la colonia

El anticucho es su plato más representativo, corazón de vaca y papas como base de la brochet

Esto no está en venta, pero es muy curioso 

Carteles para el buen uso del espacio público. Las calles son para la gente.

Si, tengo una extraña adicción a los carteles... y son parte de la vida en las veredas




El vendedor de huevos

Algunos juegos que se ofrecen con premios


Rodajitas de Ananá y caricaturas al paso.

Muchos carros con frutas

Tarritos, cajitas y bolsitas de medicina natural

Las calles de Lima se dejan habitar, se brindan amables y nos invitan a quererla.
No entiendo como no amar las calles de Lima


No entiendo las jaulas



No las entiendo, pero además me parten el corazón. Y lo digo después de ver lo increíblemente simpático que a muchos les resulta usarlas en decoración, estampados, vidrieras, accesorios, paredes, en eventos, de papel, de metal, de madera, llenas, vacías, con pajaritos, con mariposas, con corazones ¡no lo entiendo!


No puedo apartarlas de lo que su existencia implica, no puedo dejar de asociarlas a la falta de libertad. La sola presencia de los barrotes, siempre me generó angustia. 




Algunas jaulas que no entiendo

De chiquita me enseñaron a no tener pajaritos, ni pececitos, ni ningún animalito que tenga que estar en un espacio reducido para siempre por obligación. En eso encuentro un egoísmo especial (de especie) y una automentira naif en la construcción de un vinculo sentimental con la mascota a la que se tiene sometida a esa vida y en el discurso "le damos amor", ¡la pucha! cuantas patrañas suceden en nombre del amor. 

También me ponen muy triste los zoológicos, y tengo que confesar con bastante vergüenza que estuve en muchos hasta prometerme no volver a financiar esos espacios de encierro perpetuo de seres vivos en pos del entretenimiento de un puñado de personas que justifican estas prácticas con argumentos educativos, recreativos y hasta creen que pueden implicar amor hacia los animales. Aplica perfectamente para acuarios y oceanarios que en su magnífica estructura jamás podrán asemejarse al hábitat natural que la biodiversidad merece.


En esta misma lógica, y con gran parte de la sociedad en contra, tampoco entiendo las cárceles. No me explico que todavía como sociedad sigamos creyendo que la mejor forma de explicar a los miembros descarrilados que deben replantear su actitud, sea una jaulita. Estoy convencida de que este método solo enfatiza el resentimiento y el rencor, y estamos muy lejos de aprovechar el tiempo de privación de libertad para reeducar y reinsertar esas personas en nuestras comunidades.

Pero últimamente (quizás ligado al incremento en la tasa de maternidad entre mis amigas), la jaula que menos entiendo es la cuna. María Montessori tampoco lo entendía y como ella era pedagoga, la miraron con menos cara rara que a mí (o quizás no, pero me gusta creer que sí). Pueden leer algunos de sus motivos acá. ¿Cómo se puede poner a un hijo entre barrotes?


Definitiva y enfáticamente, no entiendo las jaulas, en ninguna de sus formas, usos o variantes.