No entiendo a Halloween




Vamos a empezar por no entender la festividad en general y su aterrizaje en nuestra cultura en particular, porque nada tiene que ver con nuestra cultura o nuestras tradiciones, es natural que nos cueste entender algo que no nos es propio. Por otro lado, adoptar esta tradición no es muy diferente a celebrar San Patricio, San Valentín, San Jordi o hasta algunos matices de la propia navidad.


De todas formas... no entender que se nos dió por adoptar un ritual con disfraces... misterio y golosinas... sería bastante necio. Es que estos condimentos nos divierten a todos y no necesitamos muchas más explicaciones para sumarnos a una celebración mas que el mero hecho de celebrar... jugar... reversionarnos... escapar de la rutina... decorar algún rincón... inventar un poco.
Sin embargo... de la versión original... nos faltó importar (afortunadamente) la parte que menos entiendo; Qué decir de una tradición extorsiva que educa a los niños en el poder de la presión desde el aparentemente inocente planteo de “dulceotruco”, que decir de un día para salir a tocar timbre y pedir porque sí.
Un mensaje extorsivo como herramienta para alcanzar las metas desde la infancia, llevando al sobredimensionamiento del azúcar como final.

Disfraces, golosinas, supersticiones y hasta decoraciones de mal gusto... son cosas que tomé la decisión de no cuestionar... pero la extorsión y el azucar... ya no se me hacen tolerables.


No entiendo a Halloween... y no por ser extranjero... es por tener estos espantosos mensajes que no hacen falta para jugar a reirnos del miedo 



No entiendo los jueves




Jueves… la antesala de la espera, el antes del prólogo…. La nada misma, el intento desesperado de ser cuando no se es. El jueves tiene ganas de algo, pero nada pasa… 
Lo coronaron los estudiantes universitarios, en sus ganas de no tener clases los viernes y volver a  sus localidades de origen el fin de semana. Los comerciantes lo tratan de posicionar como un día propenso a las celebraciones, como una instancia interesante de desarrollar, pero no hay caso, el jueves es ese amiguito que te crece a la sombra… tratando de entender como haces para estudiar, trabajar o ser un ser social, mientras usa tus mismas estrategias y no le resultan. 


Al jueves le falta actitud, un poco de personalidad y bastante apoyo. Busca legitimar algo que a otros días les sale bastante fluido, busca detener la semana con algo de recreación, pero la sobra carga de responsabilidades. Nos espera, nos invita y lo plantamos. Nos cocina, nos congrega y no resulta. Claramente no es su culpa… necesitamos los jueves para otras cosas… le agradecemos estar ahí para una actividad de una horita, para un paseíto antes de cenar o un brindis pos laboral… pero no como él quisiera, no con las ganas que el espera ser esperado con la esperanza que lo desespera. 

El jueves tiene cara de resignación cada vez que elegimos las pantuflas y nos negamos a aceptarle el refugio. No entiendo el jueves en su afán de anhelar convencernos de que es parte de un fin de semana que lejos está de llegar a su fin, en su alegría no correspondida de ofrecer un alivio a lo que está en pleno furor... no entiendo porque el jueves no entiende que todavía hay mucho para hacer, que el descanso va a llegar, pero todavía no.

No entiendo como el jueves no valora el potencial del que es dueño por tratar en vano de ser algo para lo que no está hecho. No entiendo el jueves, y a mucha gente me recuerdan.


No entiendo al paso (11)




No entiendo el vínculo de mi gato con la lima. Rarísimo. Empiezo a limarme una uña y emerge desde algún lado y comienza a lamer la lima con un amor poco usual. No sé por qué, no sé para qué, pero tiene esa reacción, no para con la lima inerte, si hacia la lima en acto, e movimiento, limando mis uñas.



No entiendo al paso... pequeñas cositas cotidianas,