No entiendo el Jengibre



Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “J”


No entiendo como no usamos más jengibre. Lo descubrí hace relativamente poco y casi me volví adicta. Se me hace muy difícil resistirme a masticarlo en su versión confitada, es algo así como mi snack favorito que nunca falta en la cartera. No me privo de agregarlo a cada limonada que preparo. Lo disfruto junto al sushi. Lo espolvoreo sobre cualquier vegetal hervido y le cambia la vida a cualquier fideo aburrido que  me dispongo a comer. Es el condimento ideal para sustituir la sal y deberíamos seguir explorando las muchas posibilidades que ofrece.


Me puse a curiosear las ventajas de su ingesta, porque primero lo amé por el paladar, y después le agradecí sus talentos. Encontré que las propriedades del Jengibre se deben a que posee acción anticoagulante, vasodilatadora, expectorante, analgésica, digestiva, antiinflamatoria, antiemética, antitusiva, astringente, carminativa, antipirética y antiespasmódica, con todo esto, es casi un alimento milagroso. Sus muchos beneficios favorecen la garganta, el colesterol, la presión, ayudan a la perdidad de peso, aportan a los musculos, la circulación, el intestino, y reducen la artritis


Su sabor picante y su perfume inconfundible lo vuelven muy atractivo, sin embargo, todo esto lo encontramos en la raíz, y no es muy común conocer la planta  que se aprecia en la superficie de este completo alimento. La planta llega a tener 90 cm de altura, con largas hojas de 20 cm, que se pueden encontrar en India, China, Nepal, Indonesia y Tailandia. Generalmente sus consumidores solo conocemos como luce su raiz... con un inconfundible aspecto semi mitologico que lo hace irresistible.

No entiendo como no armamos clubes de fomento del jengibre... salgamos a las veredas con pancartas que griten sus poderes y llenemos el mundo de adictos a esta raiz que encanta, cura, previene y enamora. Yo amo el jengibre. No entiendo como vivir sin él.


No entiendo la Isla de Pascua




Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo LLque esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “I“


Pasar por Isla de Pascua es mucho más que tardes de sol y playa. Recorrerla y escuchar a sus guías es muchísimo más profundo que aprender las técnicas de construcción de sus legendarias cabezotas, podríamos decir que está mucho más cerca de ser un viaje por el futuro que un relato del pasado. En esta Isla rebautizada por los europeos sobre el final de la cuaresma se aprende que el equilibrio es mucho más que una metáfora y es casi como ver la explotación de los  recursos naturales de nuestro planeta a escala pequeña.


Aquí, donde los amaneceres son increíbles y el océano se siente más inmenso que en otros lugares, un grupito de tribus hizo las mismas cosas que la humanidad viene haciendo desde hace miles de años, y es que los humanos no podemos parar de repetir nuestros mismos errores, y en una isla alejada de todo es más rápido ver el impacto que estas acciones generan.


Hace muchos años, en el medio del océano Pacifico, los RapaNui, como sus pobladores originales se llaman, vivían en su paradisíaca isla y homenajeaban a sus ancestros mediante la construcción de enormes representaciones de piedra volcánica que al colocarle los ojos, poseían la protectora mirada de aquellos difuntos sobre su tribu. Para la construcción de estos altares, utilizan elaboradas técnicas de tallado sobre la cantera del volcán Rano Raraku


Estos gigantes moais se trasladaban desde el volcán a los distintos asentamientos de la isla mediante la técnica de rolación sobre troncos y una vez en su posición definitiva recibían sus ojos de coral y obsidiana en una ceremonia que indicaba que el agasajado comenzaba a habitar el enorme rostro cuidando a su gente.


Con el tiempo, las diferentes tribus necesitaron lucir mejores tributos a sus protectores mediante el encargo de moais cada vez mayores y con mas detalles de personalización en sus estructuras. 
La competencia por la altura del moai y sus delicias escultóricas llevaron a aplicar todos los recursos de la familia y de la isla en la búsqueda de mejores altares, haciendo esto que se descuiden los trabajos de agricultura, ganadería y pesca, entre otros asuntos. Como resultado, sobrevino la crisis de recursos. Sin alimentos, ni territorios cercanos en los que buscar, se originaron enfrentamientos entre tribus y en medio de la crisis social, los rapanui sintieron que sus ancestros los habían dejado sin protección y derribaron ellos mismos los moais.


Épocas de guerra, violencia y depredación llevaron a la isla a la desertificación que actualmente se puede ver, a excepción de los espacios que ya pasaron por la ardua tarea de reforestación y algunas huertas familiares. Los únicos animales no acuáticos que podemos encontrar, prácticamente son pollos. 
Cuando los europeos llegaron entre los siglos XVIII y XIX, encontraron una pequeña población muy vulnerable a las enfermedades como la tuberculosis y la viruela.

Se estima que para 1877 los rapanui que recuperarían la magia de la isla no eran mas de 110.
En la actualidad, los isleños viajan dos veces al año, cuatro horas de avión, con pasajes subvencionados para abastecerse de todos los elementos básicos  que en la isla no es posible producir. El único ingreso de casi todos sus habitantes es de manera directa o indirecta el turismo y mantienen disputas permanentes con el gobierno chileno, cuya legitimidad cuestionan.

No entiendo como no vemos que la historia de la Isla de Pascua  es la humanidad terrícola a escala, dedicando sus esfuerzos a banalidades, olvidando las prioridades y disputando competencias estériles entre grupos que deberían ver provechosa la solidaridad y complementariedad de sus diferencias.

… y vamos hacia eso.


No entiendo los Hiatos




Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “H“


Hay vidas que en algún momento entran en pausa, en paréntesis, en suspenso. 
Hay vidas que tiene huecos y eso afecta las vidas que rodean esas vidas. 
Hay vidas que se dejan de vivir, mientras otras tratan de que no deje la vida.
Un día escribí un cuentito para tratar de entender los hiatos de la vida, un día, en la ficción dibujé el hiato de una tal Nerina.



“Nerina movió una mano”, contaba su mama en el pasillo. “Nerina no era de hacer esas cosas” coincidía un grupo de amigos cerca de una ventana. “Nerina tienen que estar en casa pronto” recordaba su hermano a un muchacho. “Nerina ya aprendió lo que tenía que aprender” decía su padre a una pared. “Nerina está evolucionando favorablemente”, sonrió un gordito de cachetes rosados con guardapolvos blanco.
Nerina la peleaba en silencio desde esa cama de hospital público al que había llegado mezclando su carnet de conducir con un montón de alcohol. Su cuerpo inmóvil encerraba una conciencia absoluta que luchaba por expresarse y tranquilizar a esa familia que la lloraba desde hacía días.
“No valió la pena”, se repetía en el silencio interrumpido por los ruiditos inaguantables del aparataje infame que la mantenía con vida. “No fue una noche que merezca ser la última”, reflexionaba. Su papa tenía razón, el aprendizaje había sido sobredimensionado pero efectivo y Nerina ya estaba en condiciones de recuperar el dominio de su cuerpo y retomar su rutina adolescente.
Pocos días después, todo aquello había sido un hiato doloroso y sufrido que había quedado atrás.

No entiendo los hiatos de las vidas.


No entiendo los globos.




Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “G“


Me puse a leer sobre su origen, porque no sabía cómo habíamos llegado a tenerlos, encontré que los primeros eran de vejiga de animal, hasta principios del siglo XIX en que se modernizaron y su uso se masificó en la década del 1930. Desde siempre son recipientes flexibles rellenos de aire o helio, su función parece ser la de juguete, elemento decorativo o publicitario. Hay artistas que los retuercen hasta formar figuras, y otros que prefieren estamparlos con imágenes o engancharlos entre ellos para armar pérgolas y columnas. También tienen un uso de verano; los globos rellenos de agua que estallan contra la gente.


En cualquier caso, no me enloquecen… particularmente, me dan un poco de desconfianza los de látex, tengo la sensación continua de que van a estallar al mínimo contacto, siento que es como llevar una explosión portátil, que a traición va a rozar una pared, un cigarrillo o un ángulo de algo, y va a asustarme. Por otro lado, no los encuentro atractivos, no me parecen vistosos o divertidos, no he jugado mucho con ellos de niña; los de helio, tienden a huir de sus portadores dejando un vacío y una frustración imposibles de disimular y aun los de agua, que tienen un plus de entretenimiento, me parece que son tan frágiles que van a despedazarse antes de llegar el momento, por exceso de agua o acción del sol, o de lo que sea.
Me da mucha intriga el imaginar lo que piensa la gente que los compra en vía pública, o los que lo regalan entre adultos para ocasiones propiciadas por el calendario consumista de nuestra sociedad.

Siempre su vida útil es muy limitada, ya que el aire o  helio abandona el recinto en cuestión de días y el resto del globo no puede reutilizarse, siendo su deposición final un problema, porque el globo de látex tarda unos 10 años en degradarse. Las sueltas de globos, que tan esperanzadoras lucen en las fotos de las agrupaciones humanitarias, no llevan mensajes al cielo, solo llevan globos a los océanos en los que muchos animales pueden asfixiarse  al confundirlos con sus alimentos habituales... sigo sin encontrarles ninguna virtud.


No entiendo los globos, y veo que tienen muchos usos, muchas variantes y muchos amantes.

No entiendo los Fuegos artificiales



Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “F"


Los fuegos artificiales  son mezclas de Pólvora negra, Polvillo de acero, zinc y cobre, Clorato de potasio, Azufre, Nitrato de cobre, de bario y de estroncio y Cloruro de litio y otros compuestos que toman a su cargo la coloración (parece que los compuestos de estroncio emiten luz roja, los de bario hacen luces verdes, el sodio metal es amarillento y el cobre azul…. Según leí recién).

Se parece a una explosión en el cielo :) 

Muchos años pasaron desde aquel 200 antes de Cristo en que un bambú lanzado al fuego en china explotó y dio origen a esta tradición. Unos mil años después un alquimista chino mezcló azufre, carbón y salitre y siguió avanzando la técnica de hacer ruido y poco a poco colores, y obvio, daño. Después de todo, estamos hablando de pólvora, que es el invento que se utiliza para matar.

Entonces, el único fin de los fuegos artificiales, en nuestra sociedad tecnologizada es hacer lucecitas de colores en el cielo, precedidas por un molesto y contaminante sonido de explosión. Mezclamos elementos peligrosos y nos enfrentamos a manipulaciones de alto riesgo para obtener como único resultado unas formas zonzas en el cielo que ya tenemos muchas otras técnicas para lograr. Suena tan poco evolucionado que tengamos que causar perjuicios ambientales, incurrir en enormes gastos económicos y exponer al pánico a muchas personas para tan hueco efecto.


No entiendo los fuegos artificiales y la pavada de crear estímulos visuales con finalidad lúdica para tener gente mirando para arriba a un costo tan alto.


No entiendo los Exámenes



Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “E“


Los exámenes nos son familiares a todos, sin importar el grado de escolarización que hayamos alcanzado, en algún momento, alguien nos avisó que examinaría que tal estábamos incorporando los nuevos conocimientos.


Entonces empieza el ritual… pasar horas de encierro (estudiando o sintiendo culpa por no estudiar), focalizar en lo que ha pasado en las clases, revisar apuntes desprolijos, leer información proporcionada por el docente, ponderar temas, organizar los tiempos y pensar las respuestas a preguntas aun no formuladas. La previa tiene angustia, incertidumbre y especulación.

Llegado el día vienen más nervios, empatía con los que están en la misma, mucha sensación de grupalidad, bastante miedo y la idea de enfrentamiento, de combate, de ir a vencer a alguien, a derrotarlo.

El momento tiene mucho azar y ahí se juegan muchas emociones y factores que pueden llevar a equivocaciones que no tienen nada que ver con lo racional, que es lo único que queremos creer que somos y vamos a ser en ese contexto tan vivido.

La situación, las caras, las esperas, los cuerpos, los apuntes con mil colores y muchas flechas, la gran verdad pretendiendo ver la luz en un mano a mano asimétrico que encuentra al educador y el educando en un nudo.

El final es un poco peor, el esfuerzo, la exposición y la crisis previa van a resumirse arbitrariamente en un número, que será el que determine el logro que hemos podido demostrar (no alcanzar) y con ello… las múltiples variantes de subjetividad que el docente primero y la escala numérica después, le han podido impregnar a nuestra titánica tarea.

He pasado horribles momentos de examen en el rol de alumna y otros tantos en el rol docente, no hay forma de que el paso del tiempo pueda atenuar ese sentimiento de que algo está muy raro en creer que eso nos dice algo de alguien y su conocimiento, y el sistema no permite tomar caminos laterales para calificar instancias de aprendizaje


No entiendo porque seguimos tratando de que esta metodología refleje el resultado de un proceso. La instancia evaluadora es siempre una cuestión de stress. No importa si van a examinar mis aprendizajes, mis capacidades o mis glóbulos blancos, siempre que se dice examen, aparece la tensión y eso suele alterar los resultados que se pretende examinar, volviéndolo poco menos que obsoleto.


No entiendo a Dubai




Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “D“


Dubai es un país que se hizo conocido por lo irreal de sus construcciones, por lo grosero de su poder adquisitivo y por lo mucho que se olvidan de estar en medio de un desierto, aunque el desierto no se olvida de los piojitos ingratos que tiene parados arriba, y cada vez más seguido les recuerda que él pone sus reglas.


Mientras la mayor parte de la ciudad se pretende metrópoli de inmensos rascacielos, en algunos rincones todavía sobrevive la auténtica arquitectura de aquellas latitudes, dominada por el estilo musulmán y los ingeniosos recursos edilicios con que tradicionalmente se combatían las agresivas temperaturas. 

Dubai nace cuando un clan de buscadores de perlas se separa del Emirato de Abu Dhabi. Años después, en 1971 se une a otros cinco emiratos para conformar el país Emiratos Árabes Unidos, en plena crisis económica y política (por un lado, Japón había descubierto un modo artificial de cultivar perlas, y por otro, sufrían ataques de países cercanos). 
Pronto el hallazgo de petróleo en la región cambio el curso de la desgracia y la bonanza colaboró con el aumento del sedentarismo. De este modo, las construcciones proliferaron sin planificación en torno a las mezquitas e incorporaron materiales más duraderos, como piedras y corales.


Una característica distintiva de la arquitectura del desierto son las llamadas torres de viento, originalmente, un cuadrado hueco con postes de madera y hojas de palma, emplazado en lugares estratégicos del trazado urbano que cumple la función de una chimenea para vehiculizar el calor y refrescar los edificios. Además, las calles estrechas de paredes altas blanqueadas a la cal, colaboran con la reducción de la temperatura.
Por su parte, las casas, todas con ventilación cruzada y mayormente de dos plantas con un enorme patio central y suelos cubiertos de alfombra para las reuniones sociales a la sombra, también se desesperan por combatir la brecha térmica de mucho calor en el día y fríos nocturnos

Torre de viento
Con todo esto (y mucho más que sería muy específico desarrollar aquí), Dubai es uno de los países que más se resiste a ser si mismo...logrando un clima irreal, dominado por los mayores edificios, la pista de esquí artificial mas grande del mundo, uno de los acuarios de mayores dimensiones y otra serie de excentricidades que hablan de una opulencia difícil de ignorar. 


En las calles, los camellos, reducidos a souvenir, fueron reemplazados por autos de alta gama de precios incalculables que recorren sus autopistas haciendo gala de lo ostentoso como atractivo turístico de este rincón del mundo que recibe visitantes curiosos y que efectivamente, no lo entiendo.


No entiendo los Cazadores



Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la "C".



No entiendo a los cazadores y no busco que me los expliquen, ni siquiera voy a hacer el intento por distinguir entre los que cazan en lugares permitidos y los que van a lugares clandestinos, no voy a salvar a quienes cazan pajaritos ni a ponderar los que no buscan especies en extinción… no entiendo a ninguno que no sea un cazador por supervivencia (con los códigos que sabemos que eso implica)


Se consideran amantes de la naturaleza, pasan días enteros acampando, noches caminando entre los ruidos de la fauna, observando sigilosos el normal desenvolvimiento del ecosistema de su interés.  No se cómo pueden pasar tanto tiempo en la naturaleza, estudiarla, conocerla y usar la vivencia para que al mero cruce con algún espécimen señalado como su objetivo, el efecto que generen en el medio sea eliminarlo.


No entiendo cómo pueden disfrutar de ver que algo que estaba libre, bello, apacible y vital, de repente sea un cuerpo inerte solo por acción de un gatillo apretado por sus propias manos. Lo que sigue es un poco más raro todavía… fotos, mutilaciones y traslado de restos para exhibir como testimonio de tan cobarde hazaña.

No hay mucho más que decir al respecto… no puedo seguir poniéndole palabras a todo lo mucho que no los entiendo.



No entiendo la bonhomía.




Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos.


Empiezo por explicar para que muchos entiendan el significado de la palabra que hoy digo que no entiendo,  porque el mayoritario desconocimiento se debe a que es  un galicismo que el diccionario de la Real Academia Española incorporo en el relativamente cercano 2001


La definición textual que le asignaron expresa que su existencia es un sustantivo que refería a “afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento”, una especie de buena gente, pero a la francesa (porque allá usan el término desde el siglo XVIII)
Es alentador que hace tan poco tiempo los hispanoparlantes hayamos tenido ganas de ponerle nombre a algo tan difícil de encontrar…. Y no se me ocurre quien habrá sido el proponente, pero debe tener algo de filantropía, altruismo y solidaridad junto con una buena cuota de utopía como para buscar la forma de resumir tantas cosas lindas en tan pocas letras, porque la bonhomía remite a una bondad genuina, inteligente y nacida del amor, no se refiere a una persona bobalicona, naif y aburrida (como muchos de ustedes están pensando), sino a ese ideal al que deberíamos pretender alcanzar sin que nos parezca que la sociedad nos va a comer de a pedacitos


Así estamos, con una palabra nueva, con un significado profundo, lista para ser usada y muy pocos sujetos de aplicación (¿o tal vez haya sido pensada para la literatura de ficción?). Entonces, pienso que quizás la intención de incorporar un vocablito así era recordarnos características deseables en un humano para instarnos a encarnar el flamante sustantivo.


No entiendo la bonhomía, pero bueno, después de todo… unicornio, sirena y dragón ya eran palabras existentes y todavía no se han reportado casos comprobables de su existencia.


No entiendo los aeropuertos



Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos.
******************** 

Los aeropuertos son el momento mágico del pre viaje, cuando nos deshacemos de toda la previa y todavía no llegamos a concretar.... cuando no importa si es de ida o de vuelta, se mueven cosas, no importa si es por trabajo, por placer o por lo que sea... estamos ahí entre muchos y nos pasan cosas a todos. 


Expectativas, incertidumbres y seguir muchas instancias de control que nos aportan nervios. Todo el tiempo somos objeto de desconfianza, tenemos que acreditar quienes somos, tenemos que demostrar que compramos el derecho a subir a ese vuelo y convencer de que no representamos ninguna amenaza. 
En muchas etapas del viaje, somos sujetos de desconfianza, nos revisan todo el tiempo y hacemos sonar algunas alarmas que nunca entendemos bien porque se activan, hasta que nos sacan una moneda perdida en algún bolsillo y nos vuelve el alma al cuerpo.

Los aeropuertos, en medio de todo esto, descubrieron que tenían que ofrecer algo más y nos vieron en el momento oportuno para consumir.
Pocos son los que ofrecen espacio cómodo para esperar, en la mayoría son sillas ruidosas, nunca confortables y es muy frecuente ver gente que prefiere sentarse o hasta acostarse en las alfombras. Tampoco hay oferta recreativa de ningún tipo, la propuesta de los aeropuertos para tus horas de espera es comprar. Comprar perfumes, libros, ropa, tecnología, accesorios, golosinas, maquillaje, juguetes, comida o recuerditos de un país donde tal vez pases dos horas y nunca pises una vereda, pero entienden que lo mejor que podes hacer cuando no tenes nada que hacer, es consumir.


Después de hacerte pasar por controles de identidad y equipaje, hacerte caminar sin zapatos ni cinturón, someterte a demostrar lo inocuo de tu existencia y sabiendo que tenes por delante la espera y el mismísimo viaje; vení, pasá, comprá.

Mucha gente con poder adquisitivo suficiente como para viajar en avión, obligada a pasar un montón de pasos de dudosa dignidad, con bastante poco mimo sobre el pasajero se encuentra con que, incluso en el pre embarque, cuando ya entendiste que lo único que podes hacer es comprar, tenes que presentar el boarding pass  en la caja para que constaten que tenes un vuelo y gracias a eso el derecho de comprar en esas tiendas en las que sin tener un vuelo no podes entrar… un exceso de control y una ausencia de humanidad.
No existen las instalaciones que tornen placentero el momento de cambiar tus horarios, tu idioma y lógicamente tu humor. Capítulo aparte merecería la estandarización de esos espacios que bien podrían ser de todas partes o de ninguna sin inconvenientes (algo como lo que ya he dicho sobre las terminales)

No entiendo los aeropuertos… necesitan ser un poco mas centro cultural para usar el increíble potencial que implica mucha gente con tiempo libre encerrada ahí.



No entiendo los blogs - #200 publicaciones




No entiendo los blogs, valga la ironía… es que desde hace mucho soy consumidora y desde hace casi que poco productora, pero no entiendo su función o su misión… es muy raro lo que me producen. Y aquí estoy.


Los blogs nacen en tanto espacios de producción de contenido fáciles de utilizar por los que durante mucho tiempo solo habían logrado ser consumidores en el multiverso virtual. Son la evolución de los diarios en linea (que tienen muchos màs años de los que nos animamos a imaginar), desde entonces, lo distintivo del formato es el tono personal de sus artículos compartidos con cierta periodicidad. También se hace interesante la posibilidad de anexar fotos, videos, enlaces y la factibilidad de crear comunidades a través del espacio de comentarios, que es lo que le confiere su condición de red social.


Esta es la publicación #200 de este espacio, de este cuaderno sin hojas, de estas catarsis amontonadas y mal ensambladas. Ya no entiendo doscientas cosas, y voy en camino a entender menos. 
No entiendo para que las escribo, pero desde que me alfabetizaron lo hago. Lo que pasó después es que no entiendo para que las escribo en un lugar donde pueden ser leídas, y lo que termina pasando es que no entiendo quien las lee o para que. Lo que sigue es preguntarme porque no le digo a nadie que lo lea, si para algo andan en este mundito compartible... pero son muchas preguntas que no sé si se pueden responder. 

No entiendo los blogs, no pueden culparme... el día que los entienda, este cajoncito de papeles mal cortados que tipeo a menudo, cobrará mejor forma... hasta tanto, surfeo la experimentación creativa y ejercito la redacción libre en sus más variados temas. He dicho.


No entiendo como no viajar con bebes



Resulta que lo que no entiendo es como NO viajar… en la situación que sea, entonces, sumé un bebe a mi vida, y allá fuimos… a poner en práctica algunas ideítas de cómo hacer para disfrutar del viaje los tres
Tomamos la decisión de viajar con nuestro bebe, porque entendemos que es parte de nuestra familia, y que a esta familia le gusta viajar. Confiamos en que va a disfrutar el paseo, creemos que es bueno para todos aceptar el desafío, nos enfrentamos a las miradas reprobatorias, a las palabras poco alentadoras y a los prejuicios de quienes nunca intentarían viajar con un bebe, o al menos no en viajes tradicionales, porque a un resort va cualquiera... pero ¿excursiones? ¿traslados de muchas horas? ¿destinos con alimentos novedosos? ¡¿como se nos ocurre?!
Ya basta… nos vamos de viaje, con la familia que somos.



Empezamos entonces los preparativos para entretenernos en esta mini aventura de sobrevivir (entre otros traslados) a 19hs de vuelo, un montón de horas en la misma butaca, con la utopía personal de no caer en la tentación naufragar en las pantallas que las aerolíneas nos ofrecen a todos (porque un viaje de muchas horas no es un placer para la mayoría de los adultos, tampoco), y sabiendo que antes y después de ese vuelo había otros tramos que totalizaron más de cuarenta horas en tránsito.

Vacaciones, tiempo libre, familia, jugar…. ¿A qué vamos a jugar todas estas horas?
Para nuestros llenar la valija vaca (donde iban las propuestas divertidas), armamos una lista de caracteristicas que deben reunir los elementos de viaje... con esto empezamos el reto de pasar veinticuatro días en Egipto con ella, y es esa lista la que queremos compartirles.

Los juguetes elegidos, construidos e inventados deben ser:

Variados; lo primero que necesitamos, es saber que los peques tienen una atención corta y vamos a tener que llevar muchos disparadores de juegos para captar su atención, y saber que en muchos casos, el cansancio del viaje puede hacer que no funcionen las estrategias habituales.

Pequeños: en viaje siempre necesitamos ser prácticos y simples, los juguetes pequeños nos permiten manipularlos en cualquier superficie, sea auto, colectivo o avión, incluso jugar cómodamente en el momento de comer o de dormir, y obviamente trasladarlos sin que sea una molestia.

Livianos: no sobrecargarnos, tenemos que viajar con muchas cosas nuestras y además hay que cargar a otra persona y todas sus pertenencias, no hace falta llevar demasiado peso para hacer feliz un bebe; un super oso o una muñeca pesada… no están invitados

Probados: esta bueno chequear las actividades para conocer si son del interés de nuestro bebe, para evitar frustraciones estando tan lejos de casa y no cargar juguetes que no son atractivos para su estilo de juego

No agotados: por otro lado, no llevar juegos que estemos cansados de jugar y libros que estamos cansados de leer, porque el efecto sorpresa suele ser necesario

Enganchables: no todos, pero algunos es cómodo que tengan de dónde agarrarse, para poder llevarlo colgando de la ropa, de una mochila o del asiento y poder recuperarlo fácil en caso de que se caiga (con tener un anillito para ponerles un portachupete o un mosquetón... es suficiente)

Perdibles: estamos expuestos a que los juguetes queden en el camino, y todos los que llevamos deben poder soportar no volver, evitar los que tienen gran valor sentimental para los padres o gran valor económico (los chicos superan la perdida de juguetes mejor que sus papas:))

Calmos: necesitamos actividades que inviten a permanecer sentado, juegos tranquilos que calmen la ansiedad de llegar a destino y logren concentración en una butaca

Silenciosos: siempre hay más gente en el viaje, aunque solo sea un conductor que necesita tener sus sentidos alerta al camino, no es recomendable tratar de entretener y relajar con propuestas ruidosas

Regalables: los chicos generan vínculos cuando se encuentran con otros chicos y es frecuente que quieran regalarle sus juguetes, estemos preparados y autoricemos que entreguen los suyos.

Fáciles de lavar: necesitamos que sean muy todo terreno, porque son juguetes que se caen, se pisan, se revuelcan por ahí y después pueden terminar en la cama, es lo ideal que sean materiales que no requieran más  que pasarles un trapito húmedo para volver a estar plenos

Con esta lista, preparamos las propuestas... nada muy revolucionario... acá algunos ejemplos claros de cosas que nos resultaron y pueden aplicarse a otros niños;

Stickers: durante los trayectos en butaca con cinturón de seguridad, la movilidad se reduce a las manos. pegamos stickers en ventanillas, butacas, cuerpo, cuadernos, accesorios, y en todo lo que nos pasó cerca. Elegimos los stickers que tienen un poco de relieve para que sea más fácil agarrarlos y podamos despegarlos y volver a pegar un par de veces.


Libreta y crayones: dibujar siempre es una buena idea, llevamos una libreta pequeña, pero con muchas hojas y elegimos crayones para no tener que viajar con sacapuntas ni correr grandes riesgos como con las fibras

Pizarrón y tizas: es otra variante de dibujo que nos gusta, llevamos una pizarrita de tela que se enrolla y varias tizas de colores que cuando no estábamos en tránsito usamos en algunos suelos de patios y veredas.

Juguetes con movimiento: alguno que mueva sus partes o que se transforme en otra cosa, como para manipularlo una y otra vez

Rompecabezas: por ahora, usamos de pocas piezas, de dos, o de cuatro y por eso se pueden armar sobre un libro, en la falda y cuando se puede, panza abajo, en la alfombra. 

Pesca magnética: pasamos horas jugando con diez peces de chapita de gaseosa y goma eva que podíamos trasladar con dos cañas con imán... ocupa re poco lugar y jugamos con un montón de consignas.


Títeres de dedo: un clásico que no pierde vigencia. Según la edad, podemos mostrárselos bailando en nuestra mano, escondiéndose y apareciendo, o hacer que los use en sus de dos cuando ya pueden hacerlo, o inventar historias si son más grandes.

Sopapitas: compramos varios antideslizantes para bañera con ventosas y forma de animales; recorrimos vidrios de ventanillas y espejos, salas de espera y baños... bueno, bonito, barato..

Velas led; nos ayudaron a jugar en la cama y en momentos de poca luz, y también para lograr calma antes de descansar o en medios de transporte nocturnos.

Lata con imanes: cualquier latita con tapa y personajes o figuras magnéticas pueden hacernos mucha falta... y durante el viaje podemos comprar imanes que se sumen al juego. Para los chicos el magnetismo es magia pura y en las superficies metálicas que encontremos por el camino, podemos armar nuevas propuestas

Globos de agua: la bolsita de cien habilita a regalar a otros chicos y entablar dialogo con niños locales u otros viajeros en distintas situaciones o inventar juegos como decorar la puerta de la habitación del hotel para después encontrarla entre tantas iguales. No los recomiendo en un auto, por los posibles estallidos (aunque los globos de agua hacen menos ruido al explotar que los globos de cumpleaños), pero en el resto de las situaciones, funcionan. Les ponemos papelitos adentro, juguetes y esas cosas.

Cajas con sorpresas: o bolsitas o monederos, en los que pequeños animales viven, y los sacamos con mucho suspenso y ganas de entusiasmar (tengan confianza, los chicos aprenden que no todo va a la boca, no se tragan nada, y siempre estamos ahí enseñando las reglas del juego y velando por su seguridad)

Libros: siempre! pero en este caso, chiquitos, con consignas de observación, con ruidos para dramatizar, con personajes para interpretar... el libro necesita que el adulto aporte juego, aunque también los chicos solos los disfrutan, en viaje, necesitamos resurgir con cada lectura las misma páginas.

Podemos probar antes del viaje y nuestros chicos quizás nos sorprendan con un interés por juegos que no les habíamos ofrecido antes, lo importante es sostener los juegos que ya inventamos con nuestros chicos y recordar los que nos hacían felices con nuestros padres.

Ahora sí, he cumplido con lo que muchas familias pidieron… El equipo de diversión en viaje, lo personaliza cada familia, de acuerdo a sus gustos y la edad del peque

No entiendo como no viajar con bebes!


No entiendo a enero




Enero es un mes en pausa, uno que llega después de mucha espera, en medio de mucha esperanza, pero rara vez concreta algo. Enero es el único mes del año al que recibimos con fiesta, brindis y deseos… pero a la vez, es un mes que llega para irse, porque nadie lo toma muy en serio y nada cambia ciertamente en enero.


También es el mes de la lista de pendientes del año pasado (que puede quedar intacta hasta el año que viene), menuda herencia!, es un mes que promete darnos tiempo (o se lo hacemos prometer) y nos lo tomamos para perder tiempo.

Mucha cosa cerrada, mucho sabor a vacaciones, a hoja en blanco, a todo por hacerse, y eso está genial, pero hay mucha excusa de cansancio atrasado, calor agobiante y pachorra de arrancar el año. Nada parece no poder esperar a febrero.

Enero de chicos sin uniforme y de horas pico que pican menos. Enero de  sol y saliditas con amigos, de playas y piletas, de ombligos a la vista y ropa de mil colores. Enero de pieles pegajosas y abrazos pegoteados. Enero de hacer planes con responsabilidad y cajonearlos sin culpa. Enero para activar, pero para esperar, para reír, para reencontrar, para imaginar  y crear un año en el que estamos entrando y tiene todo el potencial que le queramos asignar.

Enero de balancear el balance de diciembre y para diseñar la balanza que vamos a empezar a cargar. Poner a punto la agenda, divagar objetivos y salir a pasear. Nochecitas de parque, alegrarse del viento y llamar a esas personas que (al menos una vez al año) nos gusta volver a ver.

Enero slow, entre la relajación y la ansiedad, entre la calma y la tempestad, porque no es para siempre, es lento pero se termina y vuelve el ritmo, el movimiento y lo de siempre o distinto… así pasa, suele pasar… y enero lo sabe, se siente en el aire pesado y pastoso… se va sin dejar huellas y abre paso al inicio del año, al inicio de verdad, porque enero es casi el prólogo, ese grupito de páginas que para algunos es la parte más importante del libro y otros nunca lo leen…


No entiendo a enero con su sabor a helado y los colores del atardecer con amigos… no, no lo entiendo, pero cada año me toca sobrevivirlo con alegría.


No entiendo las bibliotecas




Distinguiendo  las bibliotecas entre muebles y edificios, vamos a dejar en claro que entiendo perfectamente los edificios, los edificios biblioteca me parecen importantísimos, son lugares donde buscar materiales y encontrar todo, pero quiero cuestionar la existencia del mueble de mi propia casa… las bibliotecas en tanto mueble hogareño tienen una realidad diferente.


Siento que el libro de papel es irremplazable, siento que me hace feliz leerlo, pero cuando estoy por llegar al final suelo empezar otro para no terminarlo. Terminar de  leer un libro propio implica sacarlo de la mesa de luz y condenarlo a la biblioteca de la que saldrá contadas veces a alguna consulta o préstamo.
Las bibliotecas de las casas guardan amorosamente aquellos libros que los moradores de esas casas ya leyeron, ya conocen y archivaron… son libros trofeo o libros curriculum y hasta en cierta forma, son libros agotados, con historias ya dichas que difícilmente les hagan volver a contar.
Se me hace triste que todo ese potencial quede sin beneficiario, que sus páginas no sean compartidas, que sus lomos sean todo lo que muestren el resto de sus vidas y que el tiempo sea verdugo de lo que ya no volverá a florecer e irradiar.
Entonces me cuesta mucho, trato de no terminarlos, trato de no comprarlos (pido, intercambio, postergo) y trato de liberarlos… los que han cumplido su ciclo conmigo, esos a los que no voy a volver, los regalo, los libero o los presto sin condición de regreso, mi biblioteca personal cuenta con ejemplares vivos, de consulta, de relectura, el resto, trato de que circulen, que fluyan, que vivan, trato que se oxigenen y que muestren su luz en otras sombras… ante cualquier necesidad, la biblioteca edificio e internet estarán con la información necesaria para refrescar contenidos en caso de que llegara a ser completamente necesario.

No entiendo mucho mi biblioteca, y trato de no abandonar libros ahí. 


No entiendo el arte gastronómico




Hacía rato que quería decir esto, y la verdad, no quiero sonar ingrata, pero no entiendo el arte gastronómico.


Hacer las compras, pesar los ingredientes, combinarlos, exponerlos al frio o calor  que requieran, esperar, repetir los pasos necesarios y presentar el preparado terminado de manera armónica… proceso de varias horas en la cocina para hacer lugar a la mística alquimia que precede al ritual de compartir la mesa… y todo eso en un ZAZ!... desaparece en las fauces de los comensales.


No entiendo si se justifica ese esfuerzo, ese tiempo, ese sacrificio para el efímero momento de satisfacción de la necesidad vital que es comer. Si comprendo el mimo al paladar, pero me da culpa imaginar lo que hay detrás de cada plato, los estudios y tradiciones que denota cada receta, los muchos procedimientos implicados, , los tantísimos esfuerzos de manipulación de elementos corto punzantes, el dominio de electrodomésticos, la capacidad de maridaje de ingredientes y el largo tiempo de pie o forcejeando con la comida para algo tan breve en su duración temporal (que puede tener la suerte de sobrevivir en una foto, las veces que se hace estéticamente coincidente con los cánones documentables)


Incluso, el resultado puede no ser grato a los comensales o existen riesgos de intoxicación, alergias o la generación de algún malestar por exceso de ingesta….  No puedo imaginar tanto trabajo y obtener como resultado un agasajado enfermo… me abruma la culpa… o generar expectativa frente al producto de mi esmero y no satisfacer con el sabor, o el condimento, o la temperatura o la cantidad… son muchas variables. Se me hace difícil la ecuación… no resisto la sola idea de pensarlo.
No entiendo el arte gastronómico, y hasta no resolverlo, me aparto de la cocina. He dicho.


No entiendo la omisión del diagnóstico




Nos encontramos en una sociedad que ante un dolor de cabeza acude a una farmacia en busca de analgésicos en lugar de acudir a un profesional que diagnostique el origen de la dolencia y el problema que este síntoma está tratando de evidenciar.
Así con todo.


De la misma manera que la domestica automedicación opera en nuestros contextos cotidianos, al momento de hacer un cambio profesional, emocional, en la rutina personal o en una política pública, nos empeñamos en aplicar con mucha atención soluciones sin hacer un paseito por las causas.

Así estamos, en medio de nuevas frustraciones que en mucho dificultan el objetivo trazado (en el maravilloso caso de que lo hubiera)
Vamos por la vida a puro parchecito, sin mirar para atrás, sin revisar de donde vienen nuestros golpes, tropiezos, sacudones o incluso felicidades.

¿De qué hablamos cuando decimos diagnóstico?
Estamos completamente acostumbrados a restar importancia al proceso de diagnosis que es de capital relieve al momento de operar un cambio o plantear una modificación o solución a un problema concreto.
Es cierto.

Largo, tedioso y multivariado en sus abordajes, el diagnostico es un complejo proceso de acercamiento a las causas de cada situación en el que mapeamos el territorio del problema tratando de hallar las causas del mal que buscamos revisar.

¿Que nos dice una sociedad que no soporta la diagnosis?
Nos habla de una soberbia, de una caprichosa actitud de saber siempre que está pasando y como revertirlo, de no necesitar la mirada del otro, la palabra del otro, la opinión ajena o la sencilla revisión de la complejidad de cada escenario.

No entiendo como no le damos importancia a mirar como venimos para definir como seguimos. Sobran los ejemplos... faltan los diagnósticos.