No entiendo a Halloween




Vamos a empezar por no entender la festividad en general y su aterrizaje en nuestra cultura en particular, porque nada tiene que ver con nuestra cultura o nuestras tradiciones, es natural que nos cueste entender algo que no nos es propio. Por otro lado, adoptar esta tradición no es muy diferente a celebrar San Patricio, San Valentín, San Jordi o hasta algunos matices de la propia navidad.


De todas formas... no entender que se nos dió por adoptar un ritual con disfraces... misterio y golosinas... sería bastante necio. Es que estos condimentos nos divierten a todos y no necesitamos muchas más explicaciones para sumarnos a una celebración mas que el mero hecho de celebrar... jugar... reversionarnos... escapar de la rutina... decorar algún rincón... inventar un poco.
Sin embargo... de la versión original... nos faltó importar (afortunadamente) la parte que menos entiendo; Qué decir de una tradición extorsiva que educa a los niños en el poder de la presión desde el aparentemente inocente planteo de “dulceotruco”, que decir de un día para salir a tocar timbre y pedir porque sí.
Un mensaje extorsivo como herramienta para alcanzar las metas desde la infancia, llevando al sobredimensionamiento del azúcar como final.

Disfraces, golosinas, supersticiones y hasta decoraciones de mal gusto... son cosas que tomé la decisión de no cuestionar... pero la extorsión y el azucar... ya no se me hacen tolerables.


No entiendo a Halloween... y no por ser extranjero... es por tener estos espantosos mensajes que no hacen falta para jugar a reirnos del miedo 



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