No entiendo – Diario de encierro #15 - Zoomples



Pasan los meses y las cositas que parecían simpáticas dejaron de tener tanta onda. Con el paso del tiempo, pasan cosas a las que no podemos acercarnos, y así como el trabajo, la escuela y algunas actividades recreativas se fueron volviendo bidimensionales para no desaparecer, los ritos sociales se esfuerzan por hacer lo propio.


Entre el alivio y la angustia, los velatorios no pueden llevarse a la practica, acompañar a los enfermos tampoco es lo mas usual, las celebraciones religiosas están entre virtualizadas y suspendidas y muchos estudiantes van al living y cuando vuelven a la cocina ya son profesionales (con tirada de harina y huevos en el balcón).

Los cumpleaños empezaron siendo un problema ¿Cómo agasajar a alguien sin un abrazo, sin una fiesta, sin la tradicional juntada en torno a la torta?... por suerte, el ser humano tiene la adaptabilidad entre sus talentos para la supervivencia, esto se resolvió  con las pantallas. 
Entonces, algunos fueron celebrando con rostros queridos desde un monitor. Hubo quien se alegró de no pagar el catering para la familia, hubo quien se relajó del rol de anfitrión que ya no fue necesario, hubo regalos con deliverys, cotillón y decoración en algunas casas de agasajados e invitados  y canto polifónico sincrónico. Foto grupal en los cuadraditos de la pantalla y algunas conversaciones que evocaban la mesa tradicional (condimentada con desperfectos técnicos y esas cositas).


Esta etapa vino acompañada de los trabajadores versátiles que ofrecieron comida, regalos, decoración y hasta animación para los eventos en aislamiento. Va para todos ellos una felicitación por la rapidez y el empuje de cada uno de estos gestos (sobrevivir es cuestión de creatividad, y la tuvieron).


Sin embargo, superando la mitad de mayo, cuando la falta de reuniones lleva más de dos meses y siendo por esto ya un sexto del año, estamos en condiciones de afirmar que más del 15% de la población ya festejó su cumpleaños con este formato, o el que supo inventar… y nos está dejando de caer gracioso. Ver soplar la vela de una torta sin conocer su sabor es una experiencia un poco trunca.



Que la vida y todas sus aristas pasen por la misma silla para cada uno de nosotros, tuvo su momento de novedad, originalidad y hasta diversión…. Pero estamos un poquito urgidos de abrazos, contacto, sensorialidad… y si ya la humanidad venia borrando algunos matices de la experiencia por el exceso tecnológico elegido, la obligatoriedad hace que los que no veníamos siendo tan fans de la vida mediada, confirmemos que seguimos eligiendo el olor del humo de la bengala después de los aplausos alegóricos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario