No entiendo algunas muchísimas cosas del festejo de la Navidad



Ya estamos en ese momentito previo, en esas horas de corridas para la noche que empieza a cerrar el año. Hablar de todas las cosas que no se entienden de nuestra celebración de la navidad es cada año un lugar común, una actividad rutinaria y masiva que ni convoca ni motiva. No hace falta escribir sobre nada de eso.


El ritual pagano con destellitos dogmáticos, el festín de la familia o la versión libre que cada uno haya construido con las críticas que se aguante resistir, está a punto de empezar en todas las casas. 
Estamos con los pies en el 24 y la simbología del 25, porque ni le dejaremos a la navidad terminar de llegar para honrarla… Porque aunque llegó a las vidrieras en octubre (justo mientras despegaban los anuncios de Dìa de la Madre), la navidad es el 25 y la reunión cumbre en la mayoría de los hogares, es el 24. ¿Por què hay que cenar el día antes?, porque es uno de los poquísimos lugares del globo terráqueo donde la ansiedad nos gana la partida y celebramos desde el minuto cero, en este país, se hace vigilia y se le aprovechan a esta fecha hasta esos primeros minutitos para descorchar.


¿Hablamos de lo religioso? Capaz ni da, eso ya no lo entiende nadie y no soy teóloga como para discutirlo, de hecho, la mayorìa de las corrientes de pensamiento encuentran la navidad como un ritual anterior a la era cristiana, y cada vez son más los adornos de polo sur y menos los pesebres de Belén.
Algunos justifican la elección de la fecha basada en la llegada de los primeros cristianos al norte de Europa, donde ya se celebraba el nacimiento de Frey (dios pagano nórdico), adornando un árbol en la fecha próxima a la Navidad cristiana.
Dice esta gente que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, tomó un hacha y cortó ese árbol, y en su lugar plantó un pino adornado con manzanas y velas. Las manzanas simbolizaban el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas representaban la luz de Jesucristo. El árbol de Navidad recuerda al árbol del Paraíso y la forma triangular del árbol nos recuerda a la Santísima Trinidad. La pucha… una de las tantas historias que giran en torno al arbolito. 
De màs està aclarar que las velas y manzanas no son tan protagónicos como los renos y el gordito abrigado que esa noche no se deja ver, pero que los días previos recorre los shoppings cotizando fotos familiares con padres sonrientes y niños aterrados en ambientaciones invernales que poco tienen que ver con las criaturitas en ojotas que exigen nuestros veranos sudamericanos.


Hay muchas religiones celebrando cosas distintas en esta fecha. O sea, que ya la navidad nació siendo un pastiche de credos y conveniencias que nos hemos encargado de acrecentar.

Lo cierto es que nos gusta y nos parece perfecto cualquier motivo para meterle color a la rutina, pese a que esto implique sentir como las altísimas temperaturas estivales son tema de conversación toda la noche (aunque toda la ciudad del cono sur tiene un aspecto ridículamente nevado) y celebrar con un menú hipercalòrico calcado del otro hemisferio, mientras decoramos nuestras cabezas con gorros de piel. 


No entiendo algunas muchísimas cosas del festejo de la Navidad... y seguro me estoy olvidando de escribir muchas otras, y elegí omitir otras más... porque son tantos los símbolos que superponemos y tantas las cosas que nos imponemos que es imposible entenderlo todo.

Lo único valido es el buen deseo.

Feliz navidad a todos.


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