No entiendo cómo se forma un ecosistema en el arroz



No soy buena ama de casa. Odio la cocina, no soy prolija en las comidas, no le llevo el apunte a mi nutrición. He dicho.

Estas cuestiones repercuten en mi forma de encarar el supermercado. Prefiero ir picoteando chocolates y snacks hasta tener tiempo de algo más. Alfajores, galletitas, golosinas, papas fritas y claro, alimentos no perecederos para cuando hacen falta comiditas de verdad., o más o menos. 
Latas. Amo las latas. Principalmente atún, pero mucha caballa, arvejas, jardinera, choclo y hasta remolacha y verduras de hoja. Cuanta felicidad cabe en una lata. El contenido de una lata y tres huevos constituyen el "omelette de lata" que es casi la base de mi pirámide nutricional. 
También incluyo en mi lista de compras dos componentes tipo comodín que se alinean en mi religión de los no perecederos: arroz y fideos. Los fideos son como una mentira, me gusta comprarlos de diferentes formas y variedad de marcas para tener la ilusión que no es más de lo mismo, pero todos sabemos que son harina con agua por mas tallarines, tirabuzones o cabellos de ángel que los hagamos parecer.

Con el arroz, la relación es otra y no puede estar muy lejos del amor.
El arroz es plato principal, es guarnición, es frio y caliente, de hoy y de ayer, más crudito o bien pasado, con salsa o con manteca, el arroz es todo. Tiene historia, tiene mística, magia, carisma. Es aristócrata y popular… una comidita universal; el deber ser de toda alacena.

El arroz en casa no puede faltar. En bolsa, en caja, del mas berreta o el más aburguesado, siempre tengo arroz y como mis tiempos son caóticos y me cuesta agendar un momento para ir al súper, siempre me encargo de comprar mucho, pero mucho arroz.
Esto lleva (y no se horroricen) a que muchas veces mi arroz mágicamente se transforma en ecosistema ­{me parece ver caras de lectores horrorizados y ni quiero imaginar a la gente con la que he compartido arroces}. Abrir el paquete, encontrar movimiento, vida.


A mí siempre me sorprende la biodiversidad. Aun en mi comida. Pequeños bichitos negros e inquietos gusanitos rosados emergen y se sumergen entre los granos crudos de arroz.


Los miro, me pregunto como llegaron ahi.... me pregunto que hubiera pasado si no olvidaba durante tanto tiempo aquel paquete en la alacena. Me sorprendo de que puedan vivr en una bolsa hermeticamente cerrada. Somos lo que comemos. ¿Será que ellos son arroz?


No se cómo pasa, y no sé porque me gusta tanto. Soy feliz con la vida. No entiendo como se forma un ecosistema en el arroz, es mágico. Es un regalo.


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