No entiendo por qué escribo



Y lo hago un montón. Generalmente asociado a la idea de catarsis, supongo que escribir me ayuda a canalizar las cosas que quiero decir pero no sé exactamente a quien o porque. De hecho la mayor parte de mi vida escribí cuadernos y papelitos sueltos que se han ido desparramando a lo largo y lo ancho de mi casa hasta decidir que en una pantalla estarían más cómodos y desde hace muy poco, algunos de esos textos están tomando status público, quizás para que a nadie le importen, quizás para que a alguien le muevan algo (esto no tiene por qué ser o bueno o malo… solo es movimiento)


Desde muy chica me gusta escribir cuentos, y como cuando era chica me salía escribir cuentos infantiles, es el género que más disfruto y paradójicamente el que menos comparto. De adolescente escribía cartas, algunas las mandaba, algunas las ensobraba y nunca llegaban a salir de casa, la mayoría eran autocartas. 
Amaba tener amigos por correspondencia; al principio tomada datos de revistas infantiles (había secciones que invitaban a tener amigos por carta, hoy nadie publicaría su dirección en un medio gráfico, y menos un niño), con el paso de los años, los conocía en diferentes chats (cuando internet era una novedad) y los instaba a continuar el vínculo sobre papel. Tuve grandes satisfacciones con las visitas del cartero (con mi amigo Guido, nos escribimos desde 1999, cuando los años empezaban con “1”!!!).

La cantidad de años que llevo desarrollando esta tarea no implica que lo haga bien (si es que hay una forma de hacerlo bien). Cuando era chica mi mamá decía que escribir era de valientes, porque el papel permanecía, yo le respondía que escribir era de cobardes, porque si pudiera decirlo no me haría falta escribir. Lo cierto, es que no sé cuál es la versión más atinada.
Un día, a mis seis años, la señorita de primer grado me llevó junto con mi cuaderno a leer un cuento mío a un séptimo grado, y la seño de séptimo se lamentó de que sus alumnos más grandes no tuvieran la creatividad que yo tenía. Fue un día en el que me sentí valorada (y convengamos, que la educación formal no suele ser muy cualitativa con la valoración de nuestros logros).

Escribo para pensar, para ordenar mis pensamientos, escribo porque desde antes de saber hacerlo, ya me precia fascinante. Escribo porque la escritura es una de las tecnologías más perfectas y mágicas del mundo. Escribo porque es la forma que tengo de ser yo. Desde siempre.

Esta publicación forma parte del proyecto “30 días de escribirme”, propuesto por el blog escribir.me (todos invitados a jugar!)
Día 1: escribí acerca de por qué escribís




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