No entiendo la universalidad de las terminales



Las terminales se parecen todas, pensé.

No sé si fue el cansancio o la lucidez, pero estando en la terminal de colectivos de Bangkok, miré a mi alrededor y sentí que podía estar en cualquier lugar del mundo.
Con la vista perdida en la gente que coreográficamente circulaba, me vi sentada, esperando el horario de mi transporte interurbano y me vi exactamente igual que en Lima, que no se diferenciaba en nada de Buenos Aires y no distaba en lo absoluto de Mendoza. O Johannesburgo, o Santiago, pensé también.



Si, el idioma de las publicidades no era el mismo que en Chile, pero la cantidad de rasgos de diversas nacionalidades, las miradas extraviadas de la gente en las sillas, la forma del edificio, las boleterías, los servicios...

Son lugares más o menos parecidos y no importa donde estamos, estamos cansados, cargados y con muchas ganas de no estar más ahí.



Con las estaciones de combustible pasa lo mismo pensé... y pensé en los aeropuertos mientras volvía a mirar el reloj, esperando para tomar un vehículo que me cambiaría de ciudad.

En ese momento no lo entendí.... y ahora tampoco... no entiendo la universalidad de las terminales y su increíble capacidad de hacernos sentir en cualquier lugar del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario