No entiendo la Oscuridad



Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos con la “O”


En un principio, no había más que oscuridad. Con el surgimiento de la luz, ese origen quedó relegado a una opción. Que elegimos cuando prendemos la luz y que nos pasa cuando no está, es una cuestión tan personal como incomprensible.


La oscuridad nos regala el misterio, un enigma poco valorado que nos ofrece la posibilidad de explotar otros sentidos... agudizar el olfato, el oído, incluso el tacto y tal vez el gusto. Al mismo tiempo, estos sentidos traen fantasmas. Estamos tan acostumbrados a la supremacía de la vista, que anularla nos abruma y hace aparecer todo lo que no solemos percibir y eso (empírica o metafóricamente), nos hace aflorar un montón de temores.


Se entiende entonces, perfectamente, que entre personas de todas las edades haya quienes le temen a la oscuridad. Como siempre, los más honestos son los chicos... sin embargo, muchos adultos reconocen dejar lucecitas prendidas "por si de noche quiero ir al baño" (cuando sabemos que podrían prenderla llegado el caso). Fantasmas, bichos y ladrones... todos podrían aparecer con la luz prendida, pero nos da miedo encontrarlos en la oscuridad... en cualquier caso... dejar la luz encendida sólo les facilita a estos seres encontrarnos con mayor facilidad 😁

Hay tanto potencial en la oscuridad, tanto por explorar si nos damos la oportunidad, un mundo de nuevos saberes y sentires que espera ser valorado.

No entiendo a los que duermen con la luz prendida para escapar de la oscuridad, como si no fuera obvio que los monstruos tienen visión nocturna


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