No entiendo los aeropuertos



Días de abecedario es un juego propuesto por alguna de las personas a las que leo (sigo tratando de recordar cual) y hace varios años trato de juntar las ganas de hacerlo. La idea es escribir utilizando cada una de las letras del abecedario. Lo que sea, lo que surja, lo que se pueda… según lo que esa letra nos invite.  Aquí vamos.
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Los aeropuertos son el momento mágico del pre viaje, cuando nos deshacemos de toda la previa y todavía no llegamos a concretar.... cuando no importa si es de ida o de vuelta, se mueven cosas, no importa si es por trabajo, por placer o por lo que sea... estamos ahí entre muchos y nos pasan cosas a todos. 


Expectativas, incertidumbres y seguir muchas instancias de control que nos aportan nervios. Todo el tiempo somos objeto de desconfianza, tenemos que acreditar quienes somos, tenemos que demostrar que compramos el derecho a subir a ese vuelo y convencer de que no representamos ninguna amenaza. 
En muchas etapas del viaje, somos sujetos de desconfianza, nos revisan todo el tiempo y hacemos sonar algunas alarmas que nunca entendemos bien porque se activan, hasta que nos sacan una moneda perdida en algún bolsillo y nos vuelve el alma al cuerpo.

Los aeropuertos, en medio de todo esto, descubrieron que tenían que ofrecer algo más y nos vieron en el momento oportuno para consumir.
Pocos son los que ofrecen espacio cómodo para esperar, en la mayoría son sillas ruidosas, nunca confortables y es muy frecuente ver gente que prefiere sentarse o hasta acostarse en las alfombras. Tampoco hay oferta recreativa de ningún tipo, la propuesta de los aeropuertos para tus horas de espera es comprar. Comprar perfumes, libros, ropa, tecnología, accesorios, golosinas, maquillaje, juguetes, comida o recuerditos de un país donde tal vez pases dos horas y nunca pises una vereda, pero entienden que lo mejor que podes hacer cuando no tenes nada que hacer, es consumir.


Después de hacerte pasar por controles de identidad y equipaje, hacerte caminar sin zapatos ni cinturón, someterte a demostrar lo inocuo de tu existencia y sabiendo que tenes por delante la espera y el mismísimo viaje; vení, pasá, comprá.

Mucha gente con poder adquisitivo suficiente como para viajar en avión, obligada a pasar un montón de pasos de dudosa dignidad, con bastante poco mimo sobre el pasajero se encuentra con que, incluso en el pre embarque, cuando ya entendiste que lo único que podes hacer es comprar, tenes que presentar el boarding pass  en la caja para que constaten que tenes un vuelo y gracias a eso el derecho de comprar en esas tiendas en las que sin tener un vuelo no podes entrar… un exceso de control y una ausencia de humanidad.
No existen las instalaciones que tornen placentero el momento de cambiar tus horarios, tu idioma y lógicamente tu humor. Capítulo aparte merecería la estandarización de esos espacios que bien podrían ser de todas partes o de ninguna sin inconvenientes (algo como lo que ya he dicho sobre las terminales)

No entiendo los aeropuertos… necesitan ser un poco mas centro cultural para usar el increíble potencial que implica mucha gente con tiempo libre encerrada ahí.



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